Vicedirector de la Fundación José Barreiro

Hace 40 años: el socialismo asturiano en Suresnes

La importancia de la figura de José Barreiro en la renovación del PSOE

a) El mito de Suresnes.

De resaltar la importancia del Congreso que el PSOE celebró en Suresnes (Francia) (XIII Congreso en el exilio), del 11 al 13 de octubre de 1974, se han encargado historiadores diversos. Ahora, al cumplirse el 40 aniversario del evento, distintos medios de comunicación divulgan de alguna manera lo allí ocurrido. Fundamentalmente se constata que los jóvenes Felipe González y Alfonso Guerra (32 y 34 años respectivamente) fueron elegidos primer secretario (secretario general) y secretario de prensa de la Ejecutiva renovada de un partido entonces con 95 años de historia.

Pero lo acontecido en el XIII Congreso del PSOE fue la parte final de un proceso iniciado bastante antes en el seno de las organizaciones socialistas. Y, lo que es más importante, el protagonismo en ese proceso no se debe centrar únicamente en las figuras, sin duda pronto destacadas, de Felipe González y Alfonso Guerra y los también con frecuencia mencionados Nicolás Redondo, Enrique Mújica, etc., sino en el conjunto de socialistas asturianos del interior y del exilio, liderados por la figura injustamente olvidada de José Barreiro.

b) El socialismo asturiano: realidad orgánica.

La fuerza del socialismo en el Principado permitió que, después de la Guerra Civil, se desarrollase la actividad orgánica prácticamente sin solución de continuidad. Dicha actividad dio como resultado la reorganización en el interior, pese a la violencia represiva, de la Federación Socialista Asturiana (FSA-PSOE) en octubre de 1943. Dos años después (14 de octubre de 1945) en Montauban, cerca de Toulouse (Francia) los asturianos socialistas del exilio constituían la Comisión Socialista Asturiana (CSA-PSOE), siendo elegido José Barreiro secretario general de su Comisión Ejecutiva, cargo en el permaneció hasta su muerte.

La intensidad de la relación mantenida entre los compañeros de uno y otro lado de los Pirineos tuvo consecuencias de muy largo alcance: Unos y otros, dirigidos por la figura de José Barreiro, el maestro de Sama, se comportan, casi de manera unánime, como un bloque compacto que inevitablemente transformó a la CSA en un grupo político con gran capacidad de influencia en los acuerdos de los congresos del PSOE y de la UGT, por más que ese no era el objetivo explícito para el que había sido creada.

Esa función política de la CSA fue transcendental para la historia del socialismo español, ante todo por su incidencia en el proceso renovador concluido en Suresnes.

c) Antes de Suresnes.

La historia del socialismo español entre 1959 y 1973 está marcada por la desconexión cada vez mayor entre las organizaciones del interior y las Ejecutivas del PSOE-UGT, instaladas en Toulouse y aferradas a los viejos esquemas políticos.

La posición de la FSA al respecto es, posiblemente, el mejor ejemplo nacional de la dialéctica entablada entre unos y otros. Los sucesivos comités provinciales de la FSA se debaten entre el respeto a las directrices del exterior (moderación y la discreción en la actividad clandestina) y los deseos de un activismo acorde con los nuevos tiempos. Esa inquietud era compartida por la CSA que reestructuró su dirección dando entrada en la misma a jóvenes plenamente conectados con esas inquietudes; a los que hay que añadir la presencia en Francia y Bélgica de los huidos de la represión después de las huelgas de 1958 y 1962, y la presión del grupo asturiano de México a través del Secretariado Femenino (Purificación Tomás), actuando en el mismo sentido.

En esa tesitura, los socialistas asturianos estrechan filas en torno a una problemática que les une más que nunca. Al frente de ese bloque compacto, la figura del secretario general de la CSA, José Barreiro, se agiganta como líder indiscutible al unirse en su persona al prestigio de la vieja militancia el de ser uno de los pocos veteranos del partido que conecta con las inquietudes del interior y de los más jóvenes exiliados.

De esta doble concurrencia en torno a la necesidad de cambio de estrategias en las ejecutivas del PSOE y de la UGT, surge el espíritu renovador del cual José Barreiro se empieza a hacer eco desde comienzos de la década de los sesenta

d) De Tarna y Peñamayor a Suresnes.

Sin embargo, los objetivos de José Barreiro tardarán en cumplirse. El papel político que entonces jugó la CSA fue decisivo. José Barreiro, consciente de la importancia que tenía la renovación de las Ejecutivas del PSOE y de la UGT realizó un extraordinario esfuerzo para movilizar a los grupos asturianos presentes en las distintas agrupaciones en el exilio, a fin de lograr que la mayoría de los delegados presentes en los cónclaves socialistas apoyasen las tesis renovadoras, que fundamentalmente pasaban por el rejuvenecimiento de las Ejecutivas y la devolución de la capacidad decisoria al interior. El camino se inició a lo largo de la década de los 60 y continuó en el tardofranquismo

Para entonces habían empezado a aparecer en Asturias los jóvenes andaluces, Felipe González y Alfonso Guerra, que en reuniones organizadas en el puerto de Tarna y en los montes de Peña Mayor de la cuenca minera del Nalón tratan de poner al día la organización asturiana, a la vez que cogen el tren renovador, impulsado por los asturianos y que los llevará a la Ejecutiva del partido en el Congreso de Suresnes de 1974.

A Suresnes, localidad situada cerca de París, acudió desde Asturias una delegación formada por Agustín González, Arcadio García, Tino Antuña, Aladino Cordero (coordinador de la misma) y Rubén Begega. Emilio Barbón, entre otros, lo hizo como invitado. Marcelo García, que también estuvo en Toulouse, alude con frecuencia al importante papel jugado por los socialistas asturianos en el aupamiento de Felipe González a la máxima responsabilidad del socialismo español, completando así el proceso renovador. Un ejemplo: en LA NUEVA ESPAÑA del 27 de octubre de 1984 escribió: "Pasando por alto otras resoluciones importantes, me voy a centrar en las circunstancias que concurrieron en el nombramiento del secretario general (primer secretario). Para este cargo, aparte de Felipe González propuesto por los asturianos y apoyado por algunas delegaciones andaluzas y la delegación de Cataluña, los vascos estaban decididos a nombrar como secretario general a Nicolás Redondo o a Múgica. Los madrileños apoyaban a Pablo Castellanos. Con estas variadas posiciones se debate el tema durante tres días (?)".

Después de un duro debate entre Aladino (Cordero) y Paul (miembro de la delegación de Vizcaya), y ante la reiterada manifestación de Nicolás Redondo hecha a los vascos de que lo retiraran de su propuesta, tras un violento lanzamiento de bolígrafo de Paul, los vascos deciden retirar la propuesta de Nicolás Redondo y así se va a la mesa del Congreso después de tres días de debate con una lista unitaria que encabeza Felipe González Márquez.

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