Es ésta, la de las listas de espera de nuestra Sanidad, una cuestión muy manida, así que voy a tratar de huir de la literatura y plasmar una secuencia de fechas que hablan por sí solas.

El 29 de enero de 2015 mi esposa decide acudir a su médico de atención primaria, pues lleva varias semanas con dolores y fuertes molestias en su cadera derecha y su trabajo le obliga a permanecer ocho horas diarias de pie. Su médica le da un volante y solicita consulta para traumatología en el HUCA.

El 20 de marzo le realizan en el HUCA una ecografía de la cadera y le dan cita para traumatología para el 21 de octubre. Quiere esto decir que un resultado, el de la ecografía, que será el respaldo y la prueba en la que se basará el traumatólogo para diagnosticar la enfermedad, se queda en un cajón durante siete meses porque no hay disponibilidad en traumatología para emitir un diagnóstico, así que cualquier eventual esfuerzo de radiología para realizar su parte del trabajo ha sido en vano.

Bueno, pues por fin llega el 21 de octubre de 2015 y acudimos al traumatólogo, quien le confirma lo que la ecografía decía: "Trocanteritis derecha, se programa para infiltrar prp (sic)".

Yo trasladé personalmente el documento, siguiendo sus indicaciones, desde el despacho del doctor hasta el de la secretaria que maneja el control de las infiltraciones; se quedaron con el papel, y que ya nos llamarían.

Bueno, pues 12 de diciembre de 2016 y aún no sabemos nada de dicha infiltración, a pesar de haber acudido personalmente a reclamar dicha intervención, a lo que siempre nos responden lo mismo: ya les llamaremos (sic).

Concluyo, hace 23 meses que mi esposa acudió a atención primaria con sus dolores y molestias.

Hace 21 meses que radiología detectó, descubrió, la trocanteritis en la cadera.

Hace 14 meses que el traumatólogo ordenó la infiltración.

Éstos son los tiempos, los plazos, las listas de espera que mi esposa está soportando para una simple infiltración. El HUCA conoce su mal desde hace 21 meses y aún no ha hecho nada para intervenir.

Ésta es la simple realidad para esta familia, 21 meses con el conocimiento del mal a atajar y el sistema mirándose su propio ombligo.