Rusia, recapitulemos

Serrano Suñer, ahora recuperado en un pastelito televisivo, proclama a mediados de 1941 ¡Rusia es culpable!, y da un empujón emocional a la División Azul, que entra allí en combate. Cuatro años después llega la victoria aliada, y Rusia obtiene (acuerdos de Yalta y Postdam) su zona de influencia en buena parte de Europa. El reparto funciona durante medio siglo, hasta que el bloque soviético empieza a desmoronarse. Descompuesta la URSS, y sin renegociar lo pactado, la OTAN avanza líneas hasta la frontera rusa, acabando con su imperio y zona de influencia. Desde ese momento, una Rusia humillada y en quiebra, pero con enorme potencial nuclear y táctico, se convierte en un Estado gamberro, que hostiga como puede las fronteras (Ucrania) y usa cualquier medio para hacerse respetar. Rusia es otra vez culpable, desde luego, pero para entender el último capítulo hay que recordar toda la historia.

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