Diputada del PSOE en la Junta

Una sanidad a prueba de comisiones de investigación

El modelo sanitario asturiano, a la luz de las comparecencias parlamentarias sobre las listas de espera

A nadie se le escapa que todas las iniciativas políticas tienen una intencionalidad, son adecuadas cuando esa intención busca un bien colectivo o son inadecuadas cuando buscan un interés particular que para ser alcanzado no le supone un obstáculo dañar un bien colectivo.

La pasada semana finalizó la Comisión de Investigación de las Listas de Espera en la Sanidad Asturiana: diez meses después de su comienzo y tras la comparecencia de 99 personas entre profesionales del sistema, gerentes y especialistas del ámbito externo, no está en mi ánimo hurtar al ámbito parlamentario las conclusiones que en él deben de alcanzarse sobre la Comisión, pero sí me gustaría hacer unas reflexiones generales.

La salud es lo más importante en la vida de cualquier persona y la figura del estado, de los poderes, debe ser central en su defensa y protección. Hay varias razones que obligan a los gobiernos a asumir este papel central en la sanidad: las más evidentes pasan por entender que los costes de su prestación impedirían a un gran sector de la población acceder en condiciones justas a un sistema de calidad si cada usuario tuviera que pagar cada acto médico; pero también por lo que técnicamente se ha venido llamando "asimetría en la información" que no es otra cosa que la alta vulnerabilidad que todos y todas presentamos en los momentos de incertidumbre acerca de nuestra salud o la de las personas a las que amamos; porque desconocemos qué pasa y cómo tratarlo; porque no podemos diagnosticarnos, ni tratarnos, ni curarnos, porque cualquier error en ese momento puede ser fatal, y porque en un mercado libre podría ocurrir que se tratara de aprovechar esa debilidad de quien precisa del sistema para obtener beneficios aumentando injustificadamente el consumo.

Después de 99 comparecencias y de diez meses de actividad, la Comisión de Investigación parlamentaria ha dejado al descubierto las fortalezas de la sanidad pública asturiana. La más importante: que contamos con un conjunto de profesionales que han demostrado ser perfectos conocedores de sus funciones, pero que también han dejado patente su implicación con unos valores fuertemente arraigados en el sistema, orientados al bienestar del paciente, a la "facilitación del acceso del paciente al sistema", dijo con toda humildad una compareciente; "Todas las decisiones se toman pensando siempre en lo mejor para el paciente", dijo otra. Hay otra frase que se ha repetido como una letanía durante las comparecencias: "Todo es mejorable y trabajamos en un proceso de mejora continua". Estas dos ideas han estado presentes en todo momento en la Comisión hasta el punto de que no debería haber duda en considerarlas valores de la organización, fuertemente implantados, asumidos por todas las personas que trabajan o utilizan el sistema, e inspiradores de todas las decisiones que diariamente y a miles se toman en la sanidad asturiana.

La organización tiene unos valores, pero también una visión: la de la sanidad del futuro. Los comparecientes han demostrado conocer todos y cada uno de los retos a los que se enfrenta el sistema: el envejecimiento de una población con mayores problemas de cronicidad y presencia de patologías múltiples, la fascinación tecnológica que provoca un aumento de demandas de pruebas médicas no siempre necesarias, la necesidad de recuperar una financiación drásticamente recortada por un Gobierno central, del Partido Popular, que ha llevado a la práctica su modelo sanitario privatizador y limitador de derechos. La organización tiene bien remarcada en su agenda esta visión de la sanidad del futuro. Un compareciente manifestó que se trabajaba con dos registros diarios: uno para atender lo cotidiano y otro para ir transformando el sistema y preparándolo para el futuro.

Existe en este momento una fascinación legítima por la transparencia y la publicación constante de datos que afecta a todas las organizaciones, instituciones, gobiernos... pero en el sistema sanitario eso no es bastante. Los usuarios precisan además confianza ante esa situación de vulnerabilidad emocional que provoca la enfermedad. Y la confianza exige credibilidad y solvencia. Uno de los mayores riesgos de esta Comisión era precisamente provocar la ruptura de la confianza de los usuarios; a nadie se le escapa que el objeto inicial de la Comisión se desveló enseguida: una causa general contra la misma. Hubo quien intentó dañar al sistema, quien quiso elevar a categoría general lo que ha sido un acontecimiento particular o incluso anecdótico, quien quiso utilizar a la Comisión como altavoz de sus prejuiciosas y delirantes ideas. Pese a esos intentos, los ciudadanos y ciudadanas siguen valorando año tras año como muy buena a la sanidad asturiana; nuestra comunidad sigue presentando los más bajos porcentajes de aseguramiento privado que demuestran la preferencia por el sistema público. La Comisión de Investigación ha puesto de manifiesto que el sistema sanitario asturiano tiene unos valores fuertemente arraigados; que el sistema tiene una visión de cómo quiere ser en el futuro y que el sistema tiene una misión hacia la que camina de modo constante: lograr una sanidad pública, justa, equitativa y de calidad de la que nadie quede excluido.

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