ANÁLISIS

Marcos Palicio

El "Villa crucis" del PSOE

El desgaste político del calvario judicial del exsindicalista

"Yo llevo una cruz a cuestas / yo tengo forma de un río / qué lágrimas que me cuesta / el haberte conocido". La banda sonora del funeral político de José Ángel Fernández Villa está en un disco de "Los Planetas" de 2017, pero de alguna manera suena en bucle alrededor del PSOE asturiano desde el oficio fúnebre que Javier Fernández celebró en la sede socialista de la calle Santa Teresa de Oviedo pasadas las once y media de la mañana del 8 de octubre de 2014. Con aquella "enorme sorpresa y profunda decepción", con el "ni he hablado ni pienso hablar con Villa", con "esto es más grave que lo de Pujol y las tarjetas negras de Bankia", la relación entre el PSOE asturiano y el líder que ejerció su poder omnipresente durante treinta años de historia del partido mutó de repente -literalmente de la noche a la mañana- del caudillaje a incómoda cruz que hay que arrastrar como se pueda. De aquella insólita tutela de un sindicato que quita y pone candidatos y presidentes a esta especie de Semana Santa perpetua.

El vía crucis, el "villa crucis" que empezó en aquella rueda de prensa-funeral de Santa Teresa ha pasado en menos de tres años por las estaciones que desde la oposición parlamentaria iban marcando los pescadores en río revuelto con sus recuerdos cadenciosos, frecuentes, constantes, de la vieja relación de mentor-discípulo que hubo entre Fernández Fernández y Fernández Villa. Primera estación, "alumno aventajado"; segunda, "ahijado político", tercera, "sumiso monaguillo"? Pruebas todas de que el antiguo líder sindical minero se resiste a dejar de extender su poder y su influencia sobre el socialismo asturiano también después de políticamente desaparecido, incluso después de ser defenestrado y repudiado por quienes le rendían honores. Este desgaste no llegó hasta donde el del "caso Marea", a la pérdida del Gobierno, pero su eco se ha escuchado mucho.

"Éramos amigos. ¿Y qué?" "Busquen, que nada van a encontrar", proclamó el presidente del Principado ante Podemos, en un pleno de la Junta de hace sólo dos meses. El político que aquella mañana de octubre de 2014, con cara de funeral, suspendió a Villa de militancia de inmediato, mientras estaba todavía caliente la tinta de las informaciones que calculaban la fortuna oculta del exsindicalista, seguía intentando desembarazarse del abrazo del hombre que lo apretaba contra su pecho el 4 de noviembre de 2000, cuando accedió en nombre del villismo y por exigua mayoría a la secretaría general de la Federación Socialista Asturiana. Había llegado de su mano a coser la fractura entre el SOMA de los Fernández, de Villa y de Javier, y la facción renovadora de los Álvarez, Areces y Álvaro. Desde octubre de 2014, el presidente del Principado quiso quitarse el abrazo de encima, pero cada cierto tiempo había alguien, casi siempre los mismos, sobre todo en la bancada de Podemos, que le recordaba que salía en aquella foto. Lo mismo dio que hubiese echado a Villa nada más saber del desaguisado; dio igual que dijese el primer día que su relación personal estaba rota "irreversiblemente".

Ahora, ayer, otra vez, la sombra de Fernández Villa, atenta siempre a los acontecimientos sustanciales del socialismo asturiano, tampoco se quiso perder el más reciente. Vuelve a reclamar el primer plano precisamente ahora que otra vez se ha roto el socialismo, sólo cinco días después del anuncio de que Javier Fernández no concurrirá a la reelección como secretario general de la FSA. Ha vuelto a pasar. Villa al fondo. Como casi siempre.

Igual que ayer. Pero a lo mejor ahora de otra manera. La constatación de que lo que olía a podrido era el geriátrico de Felechosa ha desatado otras voces que ya no apuntan sólo a Villa y que hablarán más, ya lo hizo ayer el diputado de Ciudadanos Ignacio Prendes, ya no de ahijados y mentores, sino de "complicidad político sindical" en la gestión de los fondos mineros.

Ayer, eso sí, ya se había desactivado el potente factor sorpresa de aquella mañana de octubre. Casi era el primer cumpleaños del 20 de septiembre de 2013 en el que se consumó su relevo de Villa al frente del sindicato que acaudilló treinta años. De la sorpresa quedará como emblema el "por Dios, por Dios" justo antes de colgar el teléfono de José Antonio Postigo, hoy detenido. También había quedado inaugurada otra reconversión, la política, el genuinamente español "ya lo sabía yo". Fue descalabrarse Villa desde el pedestal del socialismo y empezar a brotar voces de las que hasta ese momento no había habido constancia. Ya lo habían dicho ellos.

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