Mi hermana está siendo tratada en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) de una enfermedad crónica importante que le ha provocado otras patologías asociadas que deterioran su calidad de vida. Derivado de todo ello, desde hace un año padece una fuerte anemia provocada por una pérdida de sangre que aún está sin diagnosticar y, por lo tanto, sin tratamiento específico para ello.

En agosto del pasado año 2017 (hace nueve meses), el especialista solicitó a ese hospital que se le realizara una enteroscopia, prueba que a fecha de hoy aún no se le ha realizado. Y mientras tanto, para paliar en parte la anemia que padece, le están haciendo transfusiones de sangre continuas (una cada quince días).

Podemos comprender que las necesidades de los enfermos son muchas y los recursos para atenderlas son limitados, pero no podemos entender que para hacerle una prueba que apenas exige un día de ingreso se tarde más de nueve meses. Porque, además, mientras no le hagan dicha prueba tendrán que seguir haciéndole transfusiones de sangre, un líquido tan preciado y escaso que los gestores de la sanidad periódicamente hacen llamamientos a la población para que acudan a donarla. Tal vez si se gestionasen mejor los recursos del hospital, éste y otros problemas serían más fáciles de resolver.

Hartos de esperar la llamada del hospital para que se le hiciese la citada prueba, el marido de mi hermana puso una reclamación al HUCA el pasado mes de marzo, a la que le han contestado que "ese tipo de exploraciones requiere el apoyo de anestesia y su realización en el área quirúrgica, y le notificarán la fecha de su cita". Y seguimos esperando.

Ante esto me pregunto si al HUCA le preocupan de verdad sus enfermos.