La columna del lector

Egos, virus maliciosos de políticos

San Rafael Arnaiz Barón, joven trapense, místico del siglo XX, antes de ingresar por última vez en su Trapa querida de Dueñas (Palencia), comentó a su hermano Leopoldo: "Para el coche y fumemos el último cigarrillo antes de entrar en la antesala del infierno".

En su proceso de beatificación y canonización se tuvo que explicar el significado de este, muy serio y profundo, comentario sobre la estricta vida monacal del Císter.

El sentido de esas palabras era, simplemente, el reconocimiento de los "egos" personales incluso bajo unos hábitos religiosos encubridores de las "débiles realidades humanas".

En nuestra sociedad existen, igualmente, los "egos" personales encubiertos con ciertas estructuras protocolarias. Tomado el cargo, comienza la convivencia palaciega interesada..., las zancadillas "cortesanas" para adelantar al otro... "la palabra" inoportuna y a destiempo para ir cogiendo "sitio"... las incoherencias ministeriales por culpa de los "egos futuribles"...

La seriedad del protocolo real pasa a ser "inseguridad, desconocimiento y donde dije digo, digo Diego".

Los "Hombres de Estado" no juegan a "futuros", ni sueñan en "egos personales"... Los "Hombres de Estado" piensan, razonan y deciden con la mente, la inteligencia y voluntad del pueblo.

¡Cuántos de nuestros políticos deberían acudir a cursos de "Estado"!

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