La columna del lector

Las vacas, culpables

Un informe de la FAO demuestra que las vacas generan más gases de efecto invernadero que el transporte, y son la principal causa de la degradación del suelo y del gasto hídrico.

Las vacas emiten el 9 por ciento del CO2, el 30 por ciento del metano -20 veces más nocivo que el CO2-, el 50 por ciento del amoniaco y el 60 por ciento del óxido nitroso -296 veces más nocivo que el CO2-. Para alimentar a las vacas se destina un tercio de la superficie terrestre. La mayor parte de los bosques y selvas están desapareciendo para destinarlos a forraje para vacas. Las vacas consumen miles de hectómetros cúbicos de agua, y sus residuos van a los ríos, al mar y a los acuíferos subterráneos, contaminándolos con los antibióticos y hormonas que arrastran en su orina. La desaparición de las abejas, además de otros animales necesarios para el equilibrio del ecosistema, se debe al empleo de herbicidas en los pastos para vacas; además, el 75 por ciento de los incendios forestales provocados lo son para obtener pastos.

Una parte de la población del planeta no tiene acceso a cereales debido al encarecimiento de su precio por destinarlos al engorde de las vacas.

Holanda ha reducido drásticamente el número de vacas para frenar el cambio climático. España se opone a frenar el cambio climático al permitir la economía sumergida en la ganadería; entre Galicia y Asturias, más de trescientas mil vacas se mueven en la economía sumergida -más del 60 por ciento del ganado vacuno y del 80 por ciento del caballar está en la economía sumergida-, lo que además de acelerar el cambio climático y constituir un gran fraude a las arcas públicas, provoca miles de muertos por los antibióticos y hormonas que administran al ganado, genera miles de incendios forestales -Galicia y Asturias son las comunidades autónomas donde todos los años se producen más- y causa maltrato animal por las condiciones en que tienen al ganado en las miles de cuadras clandestinas.

Si el Gobierno de España quiere frenar el cambio climático, antes de subir los impuestos a los contribuyentes con los carburantes -medida que no sería necesaria si permitiese el libre acceso a la energía solar basada en el fulvaleno y grafeno-, lo que debe hacer es erradicar la economía sumergida en la ganadería de Galicia y Asturias. Si no lo quiere hacer para frenar el cambio climático, al menos que lo haga para evitar miles de muertes por resistencia a los antibióticos y cáncer.

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