Desde la perspectiva demográfica, si se considera en su conjunto, nuestra región presenta unas características muy singulares: “Asturias está envejecida, pero no despoblada”. La región presenta los síntomas de la enfermedad demográfica en forma de altas tasas de envejecimiento, déficit de población joven y desequilibrio de la ratio por sexos. Sin embargo, su densidad de población se sitúa por encima de la media española: 96 habitantes por kilómetro cuadrado frente a los 93 que registra el conjunto de la población española.
Este perfil demográfico regional cobra especial relevancia en estos momentos en los que, después de tanta inversión en redes de autovías y en líneas de alta velocidad ferroviaria, parece que por fin nos hemos dado cuenta que la malla de infraestructuras viarias conecta ciudades y que por el medio solo quedan constelaciones de agujeros negros demográficos. Para tratar de dar respuesta a esta situación, el pasado 16 de marzo la Comisión Delegada para el Reto Demográfico aprobó el Plan de Medidas del Gobierno ante el Reto Demográfico que contempla la asignación de un importante volumen de recursos públicos, cifrado en más de 10.000 millones euros, destinados a financiar los 10 ejes contemplados en el Plan, que prevé la puesta en marcha de 130 acciones políticas.
Ante la puesta en marcha de este plan, parece oportuno poner de manifiesto que cada vez más se está identificando el reto demográfico con el despoblamiento rural y se está dejando en un segundo plano al fenómeno del envejecimiento en zonas urbanas, que en regiones como Asturias tiene una gran incidencia en un mayor coste en la prestación de los servicios públicos. En esa línea se sitúa por ejemplo el reciente informe publicado por Funcas (Fundación de Cajas de Ahorros) sobre la despoblación de la España interior, en el que se utilizan dos criterios a nivel provincial (pérdida de población y densidad) para definir la España despoblada, que quedaría conformada por 23 provincias, entre las que no figura Asturias. Por otra parte, los criterios que se utilizan a nivel comunitario para definir territorios despoblados son densidades de 8 o 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado que se aplican a los niveles de regiones (NUTS 2) o provincias (NUTS 3), respectivamente.
Asturias, en su doble condición de región y provincia, quedaría muy lejos de ser considerada un territorio de baja densidad de población a efectos comunitarios y solamente las provincias de Cuenca, Soria y Teruel aparecerían en esa clasificación utilizada por la Unión Europea.
Con estos antecedentes, debería argumentarse que al manejar Unidades Territoriales Estadísticas como las NUTS 3, es decir, provincias en el caso español, no se está reflejando la situación real de los problemas demográficos de Europa y de España, y que, por el contrario, debería utilizarse como unidad de análisis las NUTS 4, que en nuestro país se corresponden con los municipios. Si se desciende a ese nivel afloraría con toda su crudeza el invierno demográfico que padece Asturias.
En ese sentido, la intensa despoblación que registra nuestra tierra puede observarse desde dos puntos de vista diferentes. Por un lado, desde la perspectiva dinámica, a través de la disminución de la población; y, por otro, desde la estática, expresada como el nivel de ocupación del territorio.
En el primer caso, se analiza el comportamiento seguido por los 78 concejos asturianos entre los años 1950 y 2020, un período lo suficientemente largo para medir los efectos del éxodo rural en la región. Los resultados se pueden agrupar en cinco categorías en función de las tasas de variación de la población de cada municipio. El balance de esta etapa se podría resumir de la forma siguiente: un primer grupo constituido por 17 concejos que han perdido más del 75 por ciento de su población (despoblamiento agudo), que significan algo más de la quinta parte de la superficie regional y tan solo albergan el 1 por ciento de su población, siendo Pesoz –con una pérdida del 93 por ciento de sus habitantes– el caso más extremo de despoblamiento de Asturias. El segundo grupo estaría conformado por 22 concejos que vieron reducida su población entre un 50 y un 75 por ciento (despoblamiento grave), que suponen algo más de un tercio de la superficie y en ellos reside el 7 por ciento de la población asturiana. Si se agregan ambos grupos, son 39 concejos los que perdieron más de la mitad de su población a lo largo de las últimas siete décadas, representando el 56 por ciento de la superficie de Asturias y el 8 por ciento de la población regional de 2020.
El tercer grupo, compuesto por 23 concejos que vieron reducida su población entre un 25 y un 50 ciento (despoblamiento intenso), supone el 31 por ciento del territorio regional y el 19 por ciento de la población. El cuarto grupo lo constituyen 6 concejos que perdieron menos del 25 por ciento de su población (despoblamiento moderado), suman el 3 por ciento de la superficie y el 4 por ciento de la población. Finalmente, el quinto grupo estaría constituido por los 10 concejos que ganaron población entre 1950 y 2020 (no despoblados aunque si mayoritariamente envejecidos), que ocupan solo el 10 por ciento del territorio asturiano pero albergan al 69 por ciento de su población.
Si se pasa del mapa de la dinámica de la pérdida de población a la cartografía de la ocupación del territorio, el panorama resulta igualmente desolador. Para ello se ha utilizado el concepto de desierto demográfico, tal como se define en el campo de la Geografía de la Población: un territorio con una densidad de población inferior a los 10 habitantes por kilómetro cuadrado. En esta ocasión –y con el propósito de reflejar mejor la realidad de las zonas rurales intraconcejo– se ha calculado la densidad teniendo en cuenta la población municipal excluida la de la capital del concejo. Las cifras de 2020 arrojan el resultado siguiente: en Asturias hay 29 concejos que presentan una densidad de población inferior a 10 habitantes por kilómetro cuadrado, los cuales suman 4.587 kilómetros cuadrados (43 por ciento de la superficie regional) y donde viven 36.160 asturianos, que representan el 4 por ciento de la población de Asturias.
Para completar este retrato demográfico de Asturias, cabe recordar que nuestra región es la más envejecida de España, en la que las personas mayores de 64 años duplican el número de habitantes menores de 16 años: en 2019 esa proporción era exactamente de 2,2 veces. Y si se desciende a nivel de municipio, la ratio alcanza valores muy próximos a diez veces en los concejos de Pesoz, Caso, Illano y Proaza. En 71 municipios este indicador supera el índice 2, siendo Noreña el concejo con la población más joven de Asturias, con un valor del 1,4.
Si se toma en consideración el desequilibrio por sexos, el índice de masculinidad presenta en Somiedo el valor más elevado de toda la región: en este concejo hay un 42 por ciento más de hombres que de mujeres. Con cifras similares se sitúan Ponga, Quirós, Caso y Proaza. En 32 concejos el número de hombres es superior al de mujeres. Por el contrario, el indicador de la media regional se sitúa en un 91 por ciento, es decir, que hay en Asturias un 9 por ciento más de mujeres que de hombres. Oviedo es el concejo en el que se registra el menor índice de masculinidad: un 86 por ciento.
Finalmente, cabe señalar que los 78 concejos asturianos exhiben tasas negativas de crecimiento vegetativo (más defunciones que nacimientos), siendo Corvera y Llanera los únicos con tasas negativas inferiores al tres por ciento. Las mayores tasas negativas de crecimiento vegetativo se localizan en los concejos de Grandas de Salime (24 por ciento), Belmonte de Miranda (23 por ciento), Amieva (23 por ciento) y Villanueva de Oscos (22 por ciento), situándose la media regional en una tasa negativa de algo más del 7 por ciento.
Con este panorama que presenta la demografía en Asturias difícilmente se entendería que la provincia vaya a ser el nivel de territorial utilizado tanto para la asignación de los 10.000 millones de euros del Plan de Medidas del Reto Demográfico como para el acceso a fondos comunitarios destinados al despoblamiento. Al menos, a mí me resultaría totalmente imposible explicárselo a José Valledor, alcalde de Pesoz.