Mariola RIERA

Con incredulidad y cierta sorna ha sido recibida en el sector pesquero avilesino que opera en la rula vieja -regentada desde hace más de medio siglo por la Cofradía de Pescadores «Virgen de las Mareas»- la noticia de que el presidente del Puerto, Manuel Ponga, pretende que el próximo 1 de enero de 2008 entre en servicio la nueva lonja. A nadie escapa que con las vacaciones del mes de agosto por delante y la sociedad que Ponga quiere montar para gestionar el complejo aún sin constituir, entre septiembre y diciembre queda muy poco margen de tiempo para hacer una mudanza que, a todos los efectos, se augura complicada.

Y la primera incógnita de cómo va a echar a andar el complejo es qué va a pasar con la fábrica de hielo. Este servicio indispensable en la cadena de comercialización del pescado, desde que se descarga hasta que sale en camiones hacia los puntos de venta, brilla por su ausencia en la nueva rula. La que ahora existe, salvo las paredes, es propiedad de la cofradía de pescadores, entidad que aún no tiene decidido si entra o no en la sociedad de gestión. Y de no entrar, todo apunta a que la entidad pesquera no perdería el tiempo en desmantelar una instalación cuya financiación costó un gran esfuerzo a los socios de la «Virgen de las Mareas».

Es más, sin la fábrica de hielo del puerto pesquero avilesino, el suministro al resto de rulas asturianas se vería afectado, pues gran parte de las lonjas y flota se abastece en los muelles locales de hielo. Por tanto, el Puerto deberá negociar, primero, con la cofradía de pescadores su entrada en la sociedad y en qué condiciones. Y si el resultado es negativo, la Autoridad Portuaria deberá ponerse manos a la obra para hacerse con una fábrica de hielo.

Si el servicio no existe es porque, según se explicó en su día, una fábrica de hielo supone una inversión millonaria y el hecho de que la cofradía de pescadores contase ya con una en buenas condiciones facilitó el ahorro de costes. Es más, en el concurso de gestión de la lonja que ahora ha pasado a la historia, el Puerto de Avilés hizo referencia a la fábrica de hielo. En las condiciones para gestionar la cancha de pescado, la Autoridad Portuaria daba la posibilidad de optar a una concesión por 20 años, con una tasa de 200.000 euros al año y un terreno de 300 metros cuadrados al concesionario para construir la fábrica. El que desechase tal posibilidad, podía optar a 15 años de gestión, con un coste anual de 195.682.

No obstante, todo apunta a que de aquí enero será difícil, primero, poner la sociedad en marcha y, segundo, resolver la incógnita del hielo. Pero además, apuntan fuentes consultadas del sector pesquero, está pendiente equipar las nuevas instalaciones. «Y no es instalar mesas y sillas en los despachos, sino que hay que dotar a la nueva lonja de numerosos equipos indispensables, que tienen su coste», explica. Y, a todo esto, habrá que liquidar la actual gestión y poner en marcha la nueva, así como reordenar el trabajo diario en la rula que afecta a pescadores, armadores, mayoristas, minoristas, trabajadores, administrativos, etcétera. Todo, además, sin suspender la actividad ni las subastas diarias de pesca fresca.

¿Y qué pasará si enero se echa encima del Puerto sin los deberes hechos? Habrá que mirar un año atrás, cuando más o menos sucedió lo mismo, pero por diferentes motivos. Entonces, fue necesario conceder una prórroga a la cofradía de pescadores, cuyo contrato vencía el 31 de diciembre de 2006. Eso fue después de que el Puerto intentase privarle de algunas instalaciones con la excusa de obras urgentes que aún no se han hecho. La prórroga actual de la que goza la entidad pesquera está a punto de agotarse. La incógnita es si el 1 de enero seguirán o no las subastas de pescado en Avilés.