La elección del ingeniero bilbaíno de origen gallego Manuel Docampo Guerra para la presidencia del Puerto de Avilés permite intuir que el verdadero reto de los próximos años -al menos desde el punto de vista del Gobierno regional- es la ampliación portuaria. El conflicto pesquero se considera en el entorno del Ejecutivo más un asunto llevado de forma desafortunada que un verdadero problema. Docampo no es un hombre llamado para resolver los problemas con Lonja Avilés y la cofradía de pescadores, sino un presidente con experiencia para afrontar las pretensiones de crecimiento del puerto, y con amarres suficientes en la Administración del Estado como para obtener la financiación necesaria. Sí, la situación pesquera preocupa, pero se confía en una solución oxigenando algunas heridas demasiado enquistadas como para restañar saludablemente. La cauterización, por el momento, no se plantea. La cuestión es si la lesión dejará o no una cicatriz imposible de disimular.

La ofuscación durante el conflicto, el deseo de una parte por imponer un modelo de gestión y de otra por atrincherarse en el anterior, ha dado pie a la que de forma rimbombante denominamos en su día «anagnórisis de los armadores»: el autorreconocimiento de ciertos propietarios de embarcaciones como parte activa del conflicto. Sin su regreso a Avilés, la nueva lonja, la gestione quien la gestione, nacerá con problemas insalvables. Quizás convenga replantearse la negociación, pero el plazo en el que expira la concesión a la cofradía se echa encima sin que aún se haya planteado abiertamente qué hacer cuando llegue final de año si la nueva rula aún no está en funcionamiento.

El error de Izquierda Unida

Izquierda Unida comete un error de cálculo respecto al debate del cambio de gestión del servicio de aguas. La coalición estima que el PSOE tendrá que pactar necesariamente con ASIA el nuevo modelo, que pasará por una privatización cuanto menos parcial. En IU existen discrepancias sobre si ese escenario ha de conllevar suficientes tiranteces internas en el gobierno como para abocar a la ruptura entre los socios. La coalición también calcula que el PP se opondrá al proceso para así evitar una inyección económica al gobierno de Pilar Varela. Sin embargo el escenario ya ha sido planteado entre PSOE y Partido Popular. Los populares no se opondrán al proceso de privatización siempre y cuando se produzca con limpieza, cosa que se presupone, claro está. El PP considera que apoyar una privatización no le supone ningún desgaste de cara a su electorado; sin embargo, sí puede planteárselo a los socialistas, que tienen en mente cada vez que hablan de este asunto el proceso de privatización del servicio de recogida de basuras.

Pragmatismo

La alcaldesa, Pilar Varela, da muestras internamente de pragmatismo político: ante los problemas busca soluciones inmediatas o hace que las busquen; bien sea para una hipotética infracción legal en el cobro de un servicio o para poner en orden el agitado y enfrentado espectro sindical de la plantilla del Consistorio. Es un comienzo con buen pie, pese a que a ojos de algunos ediles el distanciamiento con la herencia de Rodríguez Vega sea demasiado prematuro y, para otros, la columna (triángulo más bien) de antiguos «iniciados en la acción» marca la impronta. Varela ha dejado patente en la clausura, ayer, de las jornadas del cómic, su afición por el Real Madrid. Allí, Luis Fernández Huerga, antaño concejal de Juventud y ex responsable de las jornadas, rememoraba sus tiempos de viñeta. Desde luego, no superó el porte de Antonio Sabino en la fiesta de la exaltación de la Cruz.