M. MANCISIDOR

El bombo de la suerte comenzó a dar vueltas pasadas las once de la mañana. Medio millar de personas seguían, con una mezcla de nerviosismo y angustia, los movimientos del aparato, instalado en el escenario del auditorio de la Casa de Cultura. La ocasión se lo merecía. Del bombo salieron los treinta números agraciados con una de las viviendas sociales en el barrio avilesino del No-Do, a las que optaban 444 personas.

La concejala de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Avilés, Purificación García Villadonga; el director general de Vivienda, Manuel González Orviz, y tres técnicos presenciaron ayer el sorteo con el aforo del auditorio a rebosar. Antes de que el bombo diese las primeras vueltas, los dirigentes dedicaron unas palabras a los presentes.

«Estoy satisfecha por haber contribuido a dar un fuerte impulso a la política de vivienda», dijo Villadonga, quien deseó suerte a los participantes. Orviz, por su parte, elogió el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del concejo y manifestó que las oportunidades de acceder a un piso social no se terminaban con el sorteo de ayer. Y el bombo comenzó a girar. El primer agraciado, con el número 1.439, fue Alejandro Pazos Romero. El resto, hasta treinta, conocieron su suerte en poco más de media hora.

Las caras nerviosas de algunos se tornaron entonces en rostros de felicidad. Otros, la mayoría, salieron por la puerta de la Casa de Cultura tal y como entraron, es decir, sin casa. «Esto es una lotería y hay que tomárselo como tal, aquí se viene a jugar. Es la segunda vez que participo en estos sorteos y no tengo suerte», decía una mujer, separada y con tres hijos, que prefirió mantenerse en el anonimato.

Los afortunados recibirán, según dijo Orviz, las llaves de los pisos sociales en un mes y medio, cuando concluyan todos los trámites burocráticos. A su vez, las obras de los treinta pisos del No-Do se rematarán en los próximos seis días. «Es la primera vez que una promoción de viviendas públicas se termina a la vez que se entregan las llaves», recalcó la edil de Servicios Sociales.

Las viviendas del No-Do, que se sortearon en tres grupos de acuerdo a los ingresos de los solicitantes, tienen entre 32 y 88 metros cuadrados con trastero. «Lo justo para vivir», dijeron los afortunados una vez que el bombo de la suerte se detuvo.