San Juan de la Arena,

M. MANCISIDOR

«Esta noche habrá angula», afirmaron a finales de la pasada semana los anguleros que faenan en aguas de la desembocadura del Nalón, entre San Esteban (Muros) y La Arena (Soto). Los buenos pronósticos se quedaron, sin embargo, en poco más de dos kilos de capturas que se subastaron en la cofradía sotobarquense a 757 euros el kilo, un nuevo máximo para la rula que dirige desde hace semanas Eloy Sopeña. El pequeño manjar blanco es, así, un bocado de oro para los comensales que, a pesar del precio, se rinden ante el sabor del tesoro del Nalón.

Si bien el precio es el «empujón» que necesitan los anguleros para salir a faenar, el desánimo comienza a ser patente entre los profesionales que pescan en la desembocadura del río Nalón. «Cada vez estamos más desanimados, necesitamos que cambie el tiempo, que llueva y que la pesca por persona supere los cien gramos que, como mucho, se cogen ahora en una noche de suerte», apuntó el portavoz de la asociación de pescadores de angula artesanal (desde tierra), Mario Fernández.

La pesquería de angula es, no obstante y desde hace años, cada vez más complicada. El arte de faenar, bien desde tierra o desde lancha, supone para los pescadores gran esfuerzo físico y un importante gasto, especialmente, de gasóleo. «De vez en cuando cogemos algo de angula, pero es prácticamente imposible mantener a una familia con esta pesquería», afirmaron los anguleros que faenan en el muelle de San Esteban. En La Arena la situación es idéntica.

La angula es la cría de la anguila. Llega hasta aguas del río Nalón procedente del mar de los Sargazos, entre las Bermudas y Puerto Rico, donde desovan las anguilas. Los huevos se transforman en leptocéfalos y luego en angulas. Cruzan el océano Atlántico y llegan a Europa cruzando toda clase de barreras naturales. Ya en España, las angulas se «dejan ver», aunque cada vez menos, en las desembocaduras de los ríos del Cantábrico. La ría del Nalón presume desde hace años de tener la mejor pesquería europea de esta especie.

La evolución de los desembarcos ha ido, no obstante, en continuo descenso en aguas comarcales. De las más de 23 toneladas de angula que se pescaron en la campaña 1986-87, las cifras han ido cayendo hasta capturarse poco más de 900 en la costera del año pasado. Tanto es así que los gramos se pesan ahora como si se tratase de oro. Y es que una angula es un tesoro.