Avelino Tellado vendió algunos de sus trabajos, pero, sobre todo, donó hierro moldeado sin apenas percatarse del valor de su arte. La cruz de la iglesia de San Pablo de La Luz es, por un ejemplo, un regalo que el escultor hizo a la parroquia. A su pueblo natal, en el municipio pontevedrés de Ponteareas, destinó numerosos objetos de «ferralla». Uno de sus trabajos más peculiares fue -afirma Tellado- dos bueyes tirando de un carro a tamaño natural. «Al taller iba unas ocho o diez horas al día, cada trabajo no sé cuánto tiempo me pudo llevar», dice este hombre, que acaba de cerrar las puertas de su local. En la imagen superior, la cruz de la iglesia de San Pablo y, abajo, una reproducción de los bueyes que moldeó Avelino Tellado.