Salinas, Elisa CAMPO

Julio Montes vive con la casa a cuestas. Los 4,30 metros de largo y los 2 de ancho de su californiana son las dimensiones de su «residencia» en Asturias, donde cursa los estudios de media montaña en la Escuela del Deporte. No es la primera vez que alumnos del centro optan por este sistema de alojamiento, para abaratar costes, aprovechando además que las «furgos» son habituales entre los montañeros.

Una visita a la californiana de Montes hace más comprensibles aquellos famosos «minipisos». En sus reducidas dimensiones cabe de todo, desde una cocina completa con nevera y fregadero a un «salón» que se convierte en habitación de dos camas, y lo único que le falta, como dice de buen humor, es la ducha, pues incluso tiene calefacción. Cuenta con televisión, gracias al portátil, y dispone también de conversor de corriente. «La diferencia con una autocaravana es que ocupa menos espacio y que lleva baño orgánico», explica. Hace tres años que este cántabro se hizo con el vehículo y, cuando decidió matricularse en la Escuela del Deporte, decidió que era la mejor opción para vivir en Avilés, después de usarlo únicamente para viajar. «Estoy pagando un piso en Cantabria y no podría tener además un alquiler aquí», señala. Además, no le concedieron beca de estudios.

La trayectoria de Montes es curiosa, ya que aúna la cocina y la montaña. Tras quince años como cocinero, con grado de jefe de cocina, y afincado en Cabrales, el amor por la montaña fue más fuerte que el aroma de los fogones y decidió volver a coger los libros para poder dedicarse profesionalmente a la montaña. «Estaba muy bien de cocinero, pero la montaña y la cocina no se llevan nada bien». Y así empezó en la Escuela del Deporte, con gran desconocimiento de lo que era el centro, dice el alumno, pero está muy satisfecho de su elección. Ahora lo que espera es que la Consejería de Educación conceda a la escuela la especialidad de barrancos. «Estamos recogiendo firmas para solicitarlo; en Asturias esta especialidad tiene gran salida», afirma.

El exterior de la furgoneta lo utiliza Julio Montes para poner publicidad de negocios de sus amigos y está abierto a patrocinios. También publicita un foro de «freakies» de californianas y autocaravanas: «www.furgovw.org». En esta página web tienen un mapa con los mejores sitios para estacionar la autocaravana. «El foro funciona bastante bien, es ya como una especie de torre de Babel», dice. Al igual que la afición por este tipo de vehículos, que también se extiende por los distintos países. Una californiana como la de Montes nueva puede costar más de 30.000 euros, mientras que una de segunda mano -como es la suya- puede encontrarse por 12.000.

La única pega que tiene este modo de vida, duchas aparte, es la legislación asturiana, que prohíbe hasta echar una siesta en un coche, según afirma Julio Montes. «En Europa estos vehículos son unos más, se puede viajar y estacionar en él. Pero en Asturias la normativa de la Consejería de Turismo es muy rígida y prohíbe pernoctar dentro de un vehículo, pese a que es una comunidad visitada por miles de autocaravanistas y a que en invierno sólo hay dos campings abiertos», señala. El montañero reconoce que hay que tener algún tipo de regulación, para evitar masificaciones, pero no entiende que no se permita dormir en una furgoneta si no se invade el espacio del entorno del vehículo, es decir, si no se acampa. «Si estoy bien estacionado, no debería de importar si estoy o no dentro de la furgoneta. Pero el nuevo decreto lo prohíbe».

Restricciones en Asturias

Asturias es la única comunidad española con esta restricción, a la que sólo se suman algunos ayuntamientos en otras comunidades. Esto hace que muchos autocaravanistas «veten» al Principado y lo dejen fuera de sus recorridos, pese a la amplia oferta de montaña. Eso conlleva, dice Montes, perjuicio económico para la región. «Generamos mucho dinero. Las autocaravanas repostan, nosotros vamos a restaurantes, y con esta normativa pierden las sidrerías, los restaurantes y las gasolineras, porque, además, si no viajas en autocaravana no te puedes permitir salir con tanta frecuencia: no hay dinero para irte todos los fines de semana a un hotel a los Picos», explica.

Como conocedor del sector turístico que es, Julio Montes señala que en Asturias, al igual que en algunas otras comunidades, los hoteles no ofrecen «nada»: cama, desayuno opcional y a las once hay que dejar libre la habitación. «La gente prefiere ir a una casa de aldea, tienes más libertad, y el hotel no te ofrece nada para cuando llueve, las empresas de turismo activo tienen que ofrecerse a los hoteles y no al revés, mientras que en Ibiza, Canarias o Cádiz sí hay actividades». Y en comparación con otros espacios de montaña, como los Pirineos, el retraso es «de 20 años» en lo que se refiere a infraestructuras y nivel de turismo.

Montes aprovecha la libertad que le da la furgoneta para cambiar de «vistas» según le place, aunque lo que más le gusta es dormir junto a la costa y poder darse un paseo en plena naturaleza al levantarse por la mañana. Igual que reclama mayor flexibilidad a la Administración, también da un «tirón de orejas» a algunos autocaravanistas: «Hay gente que es muy guarra y monta un campamento gitano», reconoce.

Mantener una «furgo» en condiciones también tiene su intríngulis y este cántabro la limpia diariamente «como si fuera una casa», para que esté todo bien ordenado. La cocina es suficiente para que prepare de vez en cuando un pescado, que va a comprar directamente a la rula, y cuando quiere irse de viaje no hace falta que líe los bártulos: arranca y listo. Por ley, este tipo de vehículos puede circular a un máximo de 90 kilómetros por hora. Y así, con la casa a cuestas, pasa el curso Julio Montes, «el cocinero del Cares».