M. MANCISIDOR

El Hospital San Agustín ya cuenta con un protocolo de atención al paciente terminal y a su familia. El grupo promotor del comité de ética para la asistencia sanitaria del centro avilesino presentó ayer la guía que, a partir de ahora, seguirán los profesionales del hospital para tratar a pacientes que sufren enfermedades avanzadas, progresivas e incurables sin posibilidad de tratamiento. Los cuadros clínicos de estos pacientes se caracterizan, además, por síntomas intensos, un pronóstico de vida limitado -generalmente menor a 6 meses- y dificultades emocionales, relacionadas con la muerte.

El doctor Manuel A. Martínez Muñiz, máster en Bioética y responsable de la sección de neumología, fue el encargado de dar a conocer el nuevo protocolo de actuación, que cataloga como fundamental no etiquetar a un paciente de terminal cuando no lo es.«Tras la clasificación del paciente, debemos tener claro el principio general de la analgesia: cuando un paciente dice que le duele, le duele», destacó el doctor Martínez Muñiz, quien puntualizó que la sedación terminal tiene como fin lograr el alivio del paciente, imposible con otras medicinas.

Los criterios para aplicar la sedación terminal, según Muñiz, son que el enfermo esté en una fase avanzada, a horas o días de la muerte; poseer el consentimiento informado por parte del paciente o su familia, y que todo el servicio a cargo del enfermo esté implicado en su atención. «La sedación, no obstante, puede ser paliativa y terminal; en ambos casos, el fin es aliviar al enfermo cuando es imposible mejorar su estado con otras medidas», matizó.

Tras el diagnóstico exacto, Martínez Muñiz señaló que los objetivos de la guía son prestar atención integral, individualizada y continuada al paciente, así como apoyo a su familia. Es básico -añadió el facultativo- promocionar la autonomía del enfermo, respetar su dignidad, mantener una concepción terapéutica activa y crear un buen ambiente donde predomine el confort.

Para llevar a cabo su trabajo de acuerdo al protocolo, los facultativos deberán evaluar los síntomas de los enfermos antes de iniciar un tratamiento, informar en todo momento al paciente y a su familia en términos comprensibles y seguir estrategias terapéuticas individuales. En cuanto a los síntomas, los expertos se detendrán a la hora de catalogar a un paciente de terminal en el deterioro progresivo del enfermo, los síntomas físicos (dolor, fatiga, fiebre), la dificultad de ingesta o la continua petición de compañía.

El protocolo de atención a enfermos terminales incluye también cómo informar a los pacientes de la enfermedad que padecen, cómo atender a los familiares o la importancia de conocer datos del paciente, como, por ejemplo, si posee testamento vital. «Se trata, en resumen, de atender a los enfermos hasta el final de sus días de acuerdo a un protocolo en el que debemos trabajar conjuntamente todos los estamentos sanitarios», concluyó Martínez Muñiz.

Por su parte, el doctor Lacort Fernández, del Hospital de Cabueñes, presentó ayer en el San Agustín los resultados de una encuesta elaborada entre profesionales sanitarios del centro gijonés sobre la sedación terminal. Entre los datos que ofreció Lacort destaca que la mayoría de los profesionales están de acuerdo con la sedación terminal ante el sufrimiento físico o psíquico inevitable de los pacientes, si bien -recalcó- predomina el miedo entre los sanitarios a la hora de aplicar esta práctica.