l Los miembros del Patronato de la Fundación «Sabugo ¡Tente firme!» han llevado a cabo un esfuerzo encomiable de asimilación de los méritos y de las circunstancias para seleccionar un grupo de nominados para las «sardinas de oro» que supera cualquier expectativa. Tres ex ministros, Rodrigo Rato, Francisco Álvarez-Cascos y Gustavo Suárez Pertierra; tres cantantes de primera fila, Gloria Stefan, Luz Casal y María Dolores Pradera; la escritora asturiana más popular, Corín Tellado; la Universidad de Oviedo, que acaba de elegir a nuevo rector y celebra su cuarto centenario, y a un diplomático de gran actualidad, Javier Vallaure, por su nombramiento en el Ministerio de Asuntos Exteriores como introductor de embajadores. La Fundación ya nos tiene acostumbrados a este tipo de cosas, pero no por ello resultan menos destacable su labor en defensa de la iniciativa asturiana y de la cultura en todos sus ámbitos. En junio, la gala en el teatro Palacio Valdés.

l La programación de «Música en escena» de la Casa de Cultura vuelve a acaparar la atención este mes con con un concierto de la «Orquesta Sinfónica del Principado», dirigida por Pablo González y Jacques Zoon, como solista a la flauta, el día 8 a las ocho y cuarto en el Auditorio. Interpretará un concierto para flauta y orquesta de Ibert; «Seven looks», de Agustín Charles Soler y la «Sinfonía número uno», de Wiliam Walton. Sabugo Filarmonía promueve, el día 23, un segundo concierto que servirá para escuchar a cinco jóvenes promesas. El día 28, el Auditorio recibirá a la «Orquesta Filarmónica de Pilsen».

Italia vivió el miércoles pasado un destape fiscal al publicar Hacienda en internet los ingresos anuales de 40 millones de italianos. De esa manera, nos hemos enterado de que Roberto Benigni ingresó 3.580.995 euros en 2005. La vida es bella.

La agencia para la protección de la privacidad ordenó a las pocas horas el cierre de la página donde se publicaban los datos, pero durante el tiempo que permaneció abierta, los cotillas colapsaron la red en busca de información sobre lo ajeno. Hay una clase de italianos, lo mismo que de españoles, a los que lo ajeno les parece mucho más atractivo que lo propio. Lo de uno, por regla general, resulta rutinario y poco interesante, sobre todo cuando no ofrece dificultades de arqueo. No hablo de los amigos de lo ajeno en razón del eufemismo para designar a los cacos o a los ladrones, me refiero simplemente a los curiosos aficionados a indagar en la vida de los demás: su dinero o su pareja sexual.

La sociedad ha encontrado en el cotilleo una fuente de entretenimiento que reporta ingresos y propaganda. A veces, ambas cosas. La Hacienda italiana se ha sumado ahora al pasatiempo global de lo ajeno, que es uno de los grandes negocios en este principio de siglo.

El ministro saliente de Economía del país trasalpino, Vincenzo Visco, que defendió la iniciativa de desnudar fiscalmente a los italianos por considerarlo una medida de «transparencia democrática», supongo que estaría dispuesto, de la misma manera, a respaldar la publicación de las hipotecas de los españoles, obra que se presume gigantesca por la espiral alcista del euribor. Leo en las páginas salmón que, en el caso de una hipoteca de casi 149.000 euros y con un tipo que no supere el 5,3 por ciento, el cliente se verá obligado a alargar el plazo del préstamo y años para mantener la cuota de hace uno con el consiguiente coste. Es decir, un 19 por ciento más de intereses. La realidad choca con el optimismo antropológico del Gobierno, que pese a ello ha cambiado su discurso oficial conforme el crecimiento del PIB se va reduciendo.

Miki López me pasa la foto de una mendiga rumana que ilustra el pesimismo social en medio del tráfico de vehículos, que hace imposible circular por Llano Ponte.

Para un periodista y por encima de cualquier otra circunstancia debe estar el derecho de los lectores o de los oyentes. Pienso en ello a propósito de Antonio Herrero, tristemente desaparecido hace diez años cuando el PSOE todavía le culpaba de haber contribuido a acabar con la negra etapa del felipismo y el Partido Popular se lo quería cargar porque le molestaba su independencia. No puede haber un equilibrio más hermoso para un profesional de la información o de la opinión que incomodar a tirios y troyanos hasta el punto de que quieran silenciarte. En primer lugar, porque demuestra lo que son unos y otros: el respeto que tienen por la libertad de expresión. Y en segundo lugar, porque no hay prueba más tangible de la independencia que molestar a todos por igual en razón de la veracidad o, en último caso, de lo que se publica o emite de manera honesta, como sucedía con Herrero.

El libro de Antonio lo ha escrito Luis Herrero, pero Federico Jiménez Losantos, otro de sus compañeros en la COPE y víctima del famoso «antenicidio», ya había adelantado en unas memorias suyas anteriores hasta dónde quería llegar José María Aznar en el acoso al fallecido fundador de «La Mañana».

Hay periodistas que se mantienen fieles al lector o al oyente sobre todas las cosas. Otros, se distancian lo suficiente del oficio para alternar con la política y dedicarse finalmente a ella. Es el caso, por ejemplo, del extravagante Boris Johnson, candidato «tory» a la Alcaldía de Londres y ex director de «The Spectator». En el semanario británico, acostumbrados a las excentricidades de columnistas como Jeffrey Bernard -«Jeffrey Bernard is unwell»- son incapaces de discernir en cuál de las dos ocupaciones, la prensa o la política, atesora más bufonadas reseñables de Johnson.

Menos gamberro que Boris Johnson pero de un histrionismo considerable en la defensa de sus ideas está el voluminoso Giuliano Ferrara, editor y director de «Il Foglio», diario de referencia entre la opinión conservadora italiana. Ferrara ha alternado sus escalas entre la política y los periódicos de manera errática, como lo es su trayectoria política. Hijo de un colaborador de Palmiro Togliatti, empezó militando en el comunismo, pasó por el socialismo de Craxi y ha acabado militando en el humanismo cívico. Últimamente, él que se considera ateo se ha erigido en defensor de la fe de Benedicto XVI reclamando públicamente una moratoria del aborto en Italia.

Me entretengo un rato con la repentina preocupación que le ha entrado al gobierno local de Avilés con los humos y el Niemeyer. Según parece, el Ayuntamiento le ha exigido a Arcelor un plan para que las emisiones de Baterías de Coque no ensucien el futuro centro cultural. Le ha dado seis meses para presentarlo y dos años para ejecutarlo. Me asombra que el Niemeyer, cuerpo inexistente que acapara la atención municipal, goce de las prerrogativas que no ha tenido la salud de los ciudadanos en todos estos años. Blanco Niemeyer más negro Baterías, igual a gris.