E. CAMPO

«Desde un punto de vista ético es inaceptable cambiar alimentos por energía». Alberto Fernández Buznego, miembro de la asociación «Picu Rabicu», disertó ayer en el centro de servicios universitarios sobre los conocidos como biocombustibles, y aseguró que tanto desde el punto de vista ecológico como desde el punto de vista social son claramente dañinos. Se basó para esta afirmación en la reducción de cultivos para el consumo humano, en el empobrecimiento de los suelos y en la falta de un planteamiento de reducción de las necesidades energéticas.

Lo primero que afirmó fue que estos combustibles son agrocarburantes, pero no biodiésel: «Los cultivos no son biológicos y cuando queman produce las mismas emisiones de CO2 que el petróleo», señaló. Además el cultivo de vegetales para los agrocarburantes se realiza en grandes extensiones en las que se emplean con profusión pesticidas y fertilizantes, que no sólo empobrecen la tierra, sino que también perjudican a los trabajadores.

Éstas son algunas de las razones que han hecho a los científicos cuestionarse la idoneidad de los agrocarburantes, indicó Buznego. «Se está realizando en determinadas zonas una deforestación brutal para el cultivo de caña y palma: en Indonesia, por ejemplo, se eliminó el 70 por ciento de la selva primaria. Los supuestos beneficios no son tales, en términos exclusivamente ecológicos, los agrocarburantes son una barbaridad», afirmó el ponente.

Algunas de las consecuencias del desplazamiento de cultivos son, dijo Buznego, que Vietnam ya importa arroz y México, maíz. La moderación del consumo y el impulso de un movimiento colectivo para exigir otro modelo energético son las soluciones que ve Buznego para resolver la sostenibilidad del planeta. «No vamos a crucificar a los agrocarburantes, pueden ser muy interesantes pero hay que medir muy bien la dimensión; el consumo de energía es brutal y sólo es posible una solución con una profunda transformación de la sociedad», concluyó.