Francisco L. JIMÉNEZ

Los barcos de la flota cerquera asturiana, la mayoría con base en el puerto de Avilés, no salen estos días a la mar y permanecen amarrados al muelle por falta de faena. Los pescadores deberían estar ocupados en la captura del bocarte -las populares anchoas-, uno de los pescados típicos de la temporada de primavera, pero por cuarto año consecutivo han tenido que desistir de esa costera por orden de las autoridades, más en concreto por la prohibición de pesca que ha decretado Bruselas en consideración a la escasez de ejemplares en las aguas del Cantábrico.

De este modo, y ya van cuatro años, la flota cerquera asturiana pierde una de sus principales fuentes de ingresos y, lo que es peor, los marineros aseguran que las indemnizaciones que reciben a cambio de estar en casa estos días «no dan ni para cubrir gastos», en palabras de uno de los afectados. «En condiciones normales, un pescador solía sacar de la costera de anchoa 6.000 euros; desde que empezaron los paros biológicos, cada tripulante sólo recibe 3.000 euros y, encima, desde 2004 no han actualizado la cantidad. ¿Acaso la vida no ha subido para nosotros?», se pregunta Eduardo Cueva, patrón del «Nueva Emperatriz». Los armadores reciben ayudas compensatorias por la parada que fluctúan entre los 12.000 y los 30.000 euros, en función del tonelaje del barco. Tampoco estas cantidades han sido actualizadas en estos años.

Los marineros del cerco critican la congelación de las ayudas económicas que reciben por la parada de la anchoa y demandan que, al menos, se actualicen las cantidades en una proporción equivalente al índice de precios al consumo (IPC) acumulado de estos últimos cuatro años. Asimismo, se quejan de la tardanza en cobrar las indemnizaciones -suele ser a final de año- y hacen ver que tanto en el presente mes de mayo como el de junio tienen que hacer frente a sus gastos domésticos tanto si los barcos están amarrados a puerto como si salen a la mar.

La parada obligatoria de la flota de cerco concluye el 15 de junio próximo, fecha en la que los cerqueros comenzarán la campaña de sardina con la esperanza de redimirse de la caída de ingresos registrada en los meses primaverales. Semanas después, algún barco de la flota incluso intentará cuadrar las cuentas faenando al bonito.

El pésimo momento por el que pasa la pesca del bocarte, antaño uno de los pilares económicos de pescadores y rulas asturianas, disgusta a los profesionales del sector, que no acaban de ver luz al final del túnel. Este año, nuevamente, los informes científicos sobre el estado del recurso han sido pesimistas, razón por la que Bruselas ha optado por mantener la veda.

Los pescadores asturianos achacan el esquilmado del caladero a la pesca intensiva de flotas francesas armadas con redes pelágicas y a la acción de barcos con base en el País Vasco al norte de Francia, un área de reproducción donde las capturas fueron en tiempo abundantes, pero a costa de reducir los ejemplares disponibles al año siguiente.

Con relación a la existencia de bocarte que está a la venta en algunas pescaderías de la región sin especificar su origen, los pescadores son rotundos en la advertencia: «Desde luego, del Cantábrico no es».