Saúl FERNÁNDEZ

El miedo, el terror, el suspense son herramientas para la transgresión del orden establecido. El temor es temor porque rompe con lo que se aguarda encontrar detrás de la puerta. Ésta es la razón de su éxito: una apuesta por la rebeldía momentánea, aunque sea por dos horas. Lo singular, pese a esta naturaleza desobediente, es qué tipo de películas, hasta hace nada, no frecuentaban las salas españolas. Los triunfos de «El Orfanato» o de «Rec» han enaltecido el género. Paco Plaza (Valencia, 1973), jurado del Certamen Nacional de Cortos de Avilés y director de esta última película, habla con LA NUEVA ESPAÑA con afición del cine, de la memoria y del asalto a las taquillas de una nueva generación de cineastas treintañeros.

-«Rec», «Romasanta», «O. T.»... A usted lo que le gusta de verdad es dar miedo.

-Han sido mis películas preferidas, como espectador y también, claro, como realizador. Se trata de un género que me ha tirado mucho. La fantasía es la manera más adecuada de contar la realidad.

-¿Y cómo es eso?

-Como el mundo fantástico está fuera de la realidad, el espectador no atiende a los detalles. El cine cuenta historias de personajes a los que les suceden cosas, sean ewoks o hobbits.

-La fantasía no parece muy castiza.

-Las dos películas españolas más exitosas de este año -«El Orfanato» y «Rec»- no responden a ese cliché más realista del que hablamos.

-¿Y cómo lo explica?

-Hay nuevos nombres en la dirección: Jaume Balagueró, Nacho Vigalondo, Koldo Serra... entran nuevos temas en el cine actual que rompen la barrera entre el público y los realizadores.

-Cine que ya no huele a cebolla.

-Los tópicos están para romperlos. Junto a los nombres que le mencioné está también Daniel Sánchez Arévalo, es decir, algo más apegado al realismo. Pero, bueno, lo que hay que señalar es que vivimos en un tiempo globalizado, que convierte mis arquetipos en los mismos que marcan a un tipo de mi edad de Sudáfrica o de Austria. «Indiana Jones» no es sólo un filme americano, es una película muy nuestra.

-¿Qué tienen en común todos ustedes?

-Lo que está sucediendo es que los nuevos directores han sido primero espectadores de videoclub. Eso es lo que nos une, que no nos formamos en las filmotecas, que lo nuestro fue a salto de mata, sin guías espirituales que nos dijeran qué era lo bueno y qué lo malo. Daba igual Mario Bava o Ingmar Bergman.

-Y salieron directores que reverencian a... ¿Quentin Tarantino?

-No estoy de acuerdo. Más bien a Álex de la Iglesia, que para nuestra generación ha sido fundamental. Cuando presentó «El día de la Bestia» supimos que se podía hacer cine fantástico y hacerlo en España sin necesidad de, como dijo, oler a cebolla. Hay un heavy de Carabanchel, salen los Reyes Magos, la calle Preciados... En el fondo se trata de un homenaje a Don Quijote... Una película que no imitaba al cine de los Estados Unidos.

-Pero, como dijo, no todos los nuevos se inclinan por el cine de género.

-Desde luego que no. Sánchez Arévalo, por ejemplo, en la estela de Fernando León, más apegado a la realidad... pero esto de las etiquetas son cosas de los periodistas. Y eso está bien. Porque cuando lees los artículos, desde fuera, ves cierta unidad entre nuestros trabajos. Pero le aseguro que no hay nada premeditado.

-Pese a ello, siempre se habla de un referente multirrepetido.

-¿Cuál?

-«Los goonies».

-Es una película perfecta, que me apasiona. «Cuento de Navidad» -mi mejor película- es una revisitación de esa película. Pero no sólo eso. Koldo Serra, el de «Bosque de sombras», bebe de Peckinpah. Se trata, al fin y al cabo, de no tener prejuicios.