E. CAMPO

Arturo Solís pide zumo de naranja natural para hacer repaso de siete años al frente de la Asociación de Vecinos «Pedro Menéndez», del centro. Ahora da por terminada su etapa en el movimiento vecinal, donde también fue presidente de la la Asociación de Federaciones de Vecinos «La Unión». El soterramiento y la gratuidad del aparcamiento del San Agustín fueron sus principales batallas a escala comarcal, mientras que para su barrio luchó por el centro de salud de Llano Ponte. Ahora, a una semana de entregar el testigo a su sucesor (hay una única candidatura liderada por Vicente Cueto Fanjul) exprime sus reflexiones.

-El principal objetivo, por el que yo me presenté a la presidencia de la asociación de vecinos, fue para reclamar la construcción de un centro de salud para la zona centro. Ya habíamos iniciado gestiones con la directiva anterior, de la que yo formaba parte. Cuando se inauguró el centro de salud del Quirinal, el Principado dio por cerrado el mapa sanitario de Avilés, pero Salud decidió valorar nuestra postura. Conseguir este objetivo fue fundamental.

-¿Qué otras líneas de trabajo mantuvo desde la presidencia de Pedro Menéndez?

-Quisimos mantener una colaboración fluida con el Ayuntamiento, y también trabajamos para potenciar el nombre de la asociación con actividades festivas. Buscamos más convivencia entre los vecinos. Esos objetivos los conseguimos plenamente, y estamos muy satisfechos. Además tenemos nueva sede. En el año 2001, con Román Antonio Álvarez como concejal de barrio, nos arreglaron el local. Luego se fue deteriorando, y nos facilitaron una nueva el año pasado.

-¿No hay tachones en la cuenta?

-Es cierto que hubo desavenencias y desencuentros puntuales, pero el balance conjunto es muy favorable.

-¿Cómo evolucionó la masa social de la asociación?

-En 2001 éramos unos 100 socios, y ahora ya somos aproximadamente 180. La realidad es que al promover y difundir la asociación se fomenta la afiliación, aunque las asociaciones vecinales tampoco tenemos gran respaldo del ciudadano. Las asociaciones que tienen 600 o 700 socios es gracias a que tienen instalaciones y ofrecen servicios y actividades culturales y lúdicas.

-¿Y en lo que se refiere al compromiso de los socios?

-El compromiso es muy bajo. Es muy difícil poder movilizar a la gente, sólo se logra con problemas trascendentes y específicos. Hay muy poco apoyo. Y para participar en las directivas, eso ya es un caso de estudio. La gente joven no se involucra ni de broma. La gran mayoría somos jubilados o empresarios. El resto de los vecinos no se compromete. El paradigma del movimiento vecinal es Gijón, donde tiene una vitalidad excepcional y una participación muy importante en el gobierno local.

-¿Qué espera para la asociación cuya presidencia abandona?

-Que continúe en la línea ascendente y trate de incentivar la participación ciudadana. Y al Ayuntamiento le pido que apoye más al movimiento vecinal, hay que dotarlo de recursos. Las asociaciones de vecinos tendrían que ser al gobierno lo que los sindicatos en los asuntos laborales: un interlocutor del máximo nivel. Ahora, además, nos aplican la ley de asociaciones, que nos obliga a tener contabilidad, justificar inversiones... Y necesitamos infraestructura. Si no existe la subvención adecuada, el movimiento vecinal no va a salir nunca adelante.

-Dos años presidiendo «La Unión». ¿Cómo fueron?

-Muy duros. Me tocó la peor época de la federación, cuyo papel es ocuparse de problemas que sobrepasan el ámbito de un barrio. Me tocó el soterramiento y el aparcamiento del Hospital San Agustín. Hicimos un esfuerzo importante, se constituyeron dos plataformas; para la del aparcamiento conseguimos implicar a más de treinta asociaciones del área sanitaria. Hicimos asambleas multitudinarias y promovimos una recogida de más de 31.000 firmas. Fue espectacular. Manifestaciones... Todo esto tuvo sus frutos, pero tampoco fue lo que pedíamos; se llegó a una solución intermedia. Aparte se tocó el problema de la pesca, que para Avilés es vital. Avilés tiene dos retos fundamentales: la barrera ferroviaria y la solución del problema pesquero. Hay posturas enfrentadas incluso con asuntos personales de por medio, y eso no puede ser, hay que seguir criterios profesionales y de bienestar para la comarca. El Niemeyer es una esperanza más, puede ser muy importante para Avilés; pero sólo por su propia naturaleza no va a ser la solución de todos los problemas. Depende de los contenidos, de los medios...

-¿Qué va a hacer ahora?

-Un grupo de ciudadanos estamos pensando en hacer una especie de asociación para mantener viva la llama de la opinión ciudadana.