F. L. JIMÉNEZ

«Realmente tiene mérito; el consejero Quirós ha logrado con su actitud y con su plan de guardias y apertura vespertina de centros de salud uno de los mayores consensos de la profesión médica que se recuerdan en la región... El problema para él es que nos tiene a todos unidos, pero en su contra». Esta frase, dicha por un responsable médico del área sanitaria avilesina, resume el sentir mayoritario del personal facultativo y de enfermería de los centros de salud de la comarca. Únase a lo anterior el malestar de los vecinos por la fallida intentona de la gerente de Primaria -ayer mismo desautorizada por este hecho- de unificar la atención de urgencias en el centro de salud de Llano Ponte los fines de semana y festivos y se obtendrá un cóctel explosivo.

La reforma sanitaria de Quirós -la «contrarreforma» que dicen algunos por lo que supone de «vuelta al pasado, a los tiempos del ambulatorio único de Llano Ponte»- no parece gustar a nadie. ¿Qué tiene ese proyecto que tanto rechazo suscita?

Desde la óptica vecinal, los cambios (ahora paralizados por la precipitación con la que actuó la gerente de Primaria) implicarían la derivación de todas las urgencias al nuevo centro de salud de Llano Ponte los fines de semana y festivos y los días laborables a partir de las 8 de la tarde. El equipo de guardia estaría integrado por cinco médicos y seis enfermeros.

Los argumentos vecinales expuestos estos días para rechazar ese planteamiento de la gerencia fueron el temor a una saturación del centro de salud unificado, las dificultades de aparcamiento en las inmediaciones del mismo y, sobre todo, la negativa a reducir los horarios de atención al público de los centros de salud, algo que los usuarios consideran un avance social irrenunciable.

Si bien la derivada externa de la reforma, la que tiene consecuencias para los usuarios del servicio de Salud, ha quedado en suspenso, la Consejería sigue adelante para desasosiego de los médicos con los cambios organizativos internos: realización de guardias forzosas y apertura por la tardes de los centros de salud.

El actual modelo consagra, según fuentes médicas consultadas, la voluntariedad de las guardias. Ésta es una de las cosas que, supuestamente, pretende cambiar el consejero Quirós contra la opinión de los facultativos. Una de las razones expuestas para esa oposición son la carga de trabajo que entrañaría para un médico cumplir su jornada ordinaria de consulta, durante la que puede atender entre 50 y 60 pacientes, y luego empalmar un turno de urgencias que supondría cinco horas más de faena. «No somos supermanes, es fácil intuir que, según el planteamiento de Quirós, cuando un médico vea al paciente número setenta y pico del día ya no está en las mejores condiciones para prestar el servicio de calidad que esa persona merece», explica un médico avilesino.

Otro argumento que estos días ha saltado a la palestra es la falta de hábito en la realización de guardias de urgencias tras años sin hacerlas, con las consecuencias que eso entraña: «¿Qué haremos cuando tengamos que atender a niños, algo a lo que no estamos habituados a diferencia de los compañeros que ahora se ocupan de las urgencias? No somos pediatras y los niños presentan peculiaridades sanitarias propia», se queja un facultativo.

Conclusión: los médicos temen un bajón de la calidad asistencial.