-¿Qué hará un cantautor uruguayo como usted en un local avilesino como La Caverna?

-Revitalizar un pasado creativo. Del 2004 al 2006 viví en Asturias y he procurado mantener las relaciones musicales y personales con la comunidad. Aquí grabé mi tercer disco y me moví por el circuito musical. Espero que mi nuevo disco sea un puente con uno de los lugares que marcó mi vida.

-¿Una vida llena de historias que cantar?

-El gusanillo de la música surgió cuando tenía nueve años, en una familia de artistas. Desembocó en el rock y luego fui conociendo otras músicas del mundo. Sigo buscando mi identidad musical, pero ahora me siento más cómodo que nunca. En 2000 empecé a moverme por el circuito madrileño, empujado por la consideración musical que en España se tiene a figuras como Jorge Drexler, a quien pude conocer, por casualidad. Así comencé a desarrollar una carrera más formal, con giras y una discografía que cumple, con «On», el cuarto disco.

-¿Cómo es su último trabajo?

-Vuelve a mis orígenes rockeros, pincelados por el pop, ritmos brasileños y electrónica. En esta mixtura hay colaboraciones como la de Leo Minax. Pero mantengo un planteamiento de solista, que aderezo con diferentes artefactos musicales. Yo necesito la experimentación frente al éxito. Lo contrario significaría estancarse. Su título, «On», anima a pulsar un botón para encendernos por dentro y no dejar cosas «apagadas» en el día a día.

-La música le aporta...

-La posibilidad de dejar una huella para que, quien quiera, pueda encajar el pie y sentirse identificado con mi música. El artista ha de disfrutar, no tener miedo ni ambiciones. Mis nuevas canciones están llegando hasta Japón, a través de internet, y eso no podría ser si no es gracias a que la cultura es un bien abierto a la humanidad.