Amaya P. GIÓN

«El 2 de mayo no murió ni un sólo aristócrata, sólo campesinos. El pueblo es el que muere, no el que se subleva». El polifacético empresario avilesino Fernando Álvarez Balbuena ofreció ayer una visión distinta de la guerra de la Independencia al analizar, en una conferencia organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País, los mitos de una batalla que se ha «vendido» como una hazaña del pueblo, que se levantó en armas contra los invasores, cuando en realidad fue un levantamiento instigado por una aristocracia que temía perder sus privilegios. El 2 de Mayo, más que un hito del pueblo, según defendió Balbuena, constituyó un montaje de la aristocracia.

El ponente, enamorado confeso del siglo XIX, comenzó su intervención acusando a Carlos IV de haber sido «el causante de todos los males de España». Los argumentos: «Por no fiarse de los ministros ilustrados, por la enemistad y despego hacia su hijo (Fernando VII) y por nombrar a Godoy ministro, en vez de al conde de Floridablanca o al conde de Aranda».

Pero si para Balbuena el reinado de Carlos IV fue el preludio de unos males futuros, la causa real de la guerra de la Independencia fueron el hambre y las necesidades del pueblo, campesino y analfabeto, al que la aristocracia utilizó como carne de cañón contra las tropas napoleónicas. «La aristocracia fue la que echó al pueblo contra Napoleón. El levantamiento fue estimulado y dirigido por el partido fernandino, fue un montaje por parte de las clases dirigentes. Al pueblo llano nunca le interesó la política, no le interesa ahora y tampoco entonces. El levantamiento espontáneo ha sido una manipulación de la Historia. El 2 de Mayo fue mitificado por los nacionalismo periféricos», apuntó el vicepresidente de la Sociedad Económica de Amigos del País.

Los personajes de la guerra de la Independencia, explicó el experto, fueron el pueblo («que sólo interviene instigado por la aristocracia y la burguesía, como un acto de obediencia, no de rebeldía»); la nobleza, que quería el establecimiento del Antiguo Régimen en la persona de Fernando VII; el Ejército, cuyos altos mandos se opusieron al levantamiento; el clero, que se unió a la sublevación, y la burguesía. «Ésta fue la protagonista y se dividió en dos grupos: los que se unieron con entusiasmo a la sublevación (la clase media y baja) y los más ilustrados, que se decantaron por los franceses». «Las guerrillas y los ejércitos aliados fueron quienes echaron a los franceses, no el Ejército español, aunque fue el desastre de Rusia el que supuso la marcha definitiva de Napoleón», apostilló Balbuena.

La «consecuencia terrible» de la guerra de la Independencia fue, según Balbuena, el militarismo, «un Ejército sobredimensionado que acabó siendo el árbitro de los designios de España». Los 36 gobiernos que se sucedieron durante el reinado de Isabel II constituyen sólo un ejemplo, según el ponente. «Quizás el 2 de Mayo el pueblo eligió el bando equivocado», señaló el empresario.