S. FERNÁNDEZ

Saúl FERNÁNDEZ

Paulo Coelho vive desde hace unos años de la satisfacción de sus lectores. Y, en consecuencia, hace lo que le da la «gana». Con esta frialdad, directamente al grano, el novelista que estos días celebra en Avilés los veinte años de «El alquimista» se confesó ante una cuarentena de estudiantes del IES Carreño Miranda, privilegiados interrogadores de la superestrella de la literatura.

El brasileño multidimensional accedió al aula de estudio del instituto, echó un ojo al mural de bienvenida que le dedicaron los estudiantes y fue recibido con aplausos. Lo presentó José Castro, el director del centro, que recordó que hace setenta y cinco años que se abrió el instituto de Secundaria. «Estar con Coelho va a ser para vosotros una experiencia inolvidable», dijo.

Minutos antes, en la misma entrada del centro, José Manuel Nieto «Maya» se acercó hasta Coelho y con un ejemplar de «El alquimista» en la mano, en busca de una dedicatoria, habló con el novelista. Le contó que era de Santiago de Compostela, que antes de anoche estaba viendo el partido de Los Lakers y que, «como perdían», cambió de canal. Y vio en el telediario que Coelho estaba en Avilés. «Así que cogí el coche a las cinco de la mañana y aquí estoy, con mi libro de cabecera». Y Coelho, como agradecimiento, le dio un beso en la frente. Cosas de la devoción.

En el aula de estudio el brasileño cedió la palabra a los alumnos.

-Empieza tú, por ejemplo. ¿Cómo te llamas?

-Alberto.

-Pues, dime, Alberto.

-¿Cómo es la vida de un escritor?

Aquí fue cuando explicó que existen varias etapas en la vida de un escritor.

-Primero, cuando no eres conocido, vas a todos los sitios. Es el momento de trabajar por el sueño, por aquello que importa. Cuando eres algo conocido recibes invitaciones de aquí y de allí. Luego llega un momento en que se traspasa una barrera que te permite hacer lo que te da la gana, ir a donde quieres. He venido a Avilés y podía estar en cualquier otro sitio. Me encantó estar aquí -señaló.

El interrogatorio al que voluntariamente se sometió Coelho fue por derroteros literarios, cinematográficos y vitales. Y es que resulta que Coelho siempre quiso ser escritor y así, en un momento dado, descubrió que el «universo se había unido» para preservar su capacidad de elección.

-No se dejen paralizar por los sueños imposibles. Empecé a escribir a los cuarenta años, en Brasil, en un país sin apenas tradición literaria... No es tarde... El rey está ahí fuera... (aludiendo al motivo de «El alquimista»).

Otro asunto recurrente en la obra de Coelho está en la formulación de preguntas más que en el hallazgo de las respuestas porque, vino a decir, obtener el conocimiento detiene la búsqueda de conocimiento.

Habló del cine y dijo no querer ver «ninguno» de sus libros en el cine, pero también dijo que «había vendido los derechos» de cuatro a Hollywood, que «El alquimista» se verá en 2009, que se está filmando «Veronika decide morir» y que están pendientes todavía «Once minutos» y «La quinta montaña».

-¿Sabéis quién es la actriz que interpreta a Veronika? -pero no halló respuesta-. Es Sarah Michelle Gellar. ¿Sabéis quién es?

Y nada, que los alumnos no tenían ni idea.

-La de «Buffy cazavampiros». Desde marzo se está filmando. Pensé: ¡qué horror! Pero la he visto y lo está haciendo muy bien.

Paulo Coelho también respondió por su pasado como letrista de rock.

-Venía de una actitud equivocada. Pensaba que si era incomprensible era genial... pero nadie se enteraba.

Así, confesó al final, tardó un mes en escribir su último libro, el que todavía no ha salido. «Y en quince días "El alquimista"». Hace de eso veinte años.

Pilar Varela, la alcaldesa de Avilés, presentó a Paulo Coelho el Fuero de Avilés, que calificó como «nuestro tesoro local». Varela, junto a Román Antonio Álvarez, concejal de Cultura, acompañó al brasileño a contemplar el primer documento de la villa, que se custodia en el Archivo Histórico. La colección de pergaminos que contempló -aparte del fuero, el primer libro de actas, de 1470- lo dejaron impresionado, al decir de los testigos.

Previamente, Paulo Coelho recorrió la sala de exposiciones del palacio de Valdecarzana, la sede de la muestra conmemorativa -primer contrato de «El alquimista», ejemplares de distintas ediciones, fotografías de innumerables ediciones- y anunció que su agente (Mónica Antunes) le había comunicado, precisamente ayer, «que la exposición va a ser itinerante», que una empresa de vehículos será la que corra con los gastos y que muy pronto se podrá ver en Italia, de la mano de «Il Corriere della Sera». Así que lo que, en principio, iba a ser una ciudad «única» -es decir, Avilés- ya se ha extendido al resto del planeta. De hecho, la fiesta tiene citas previstas para estos días en Barcelona, Santiago de Compostela, Madrid y San Sebastián.

Tras el recorrido oficial -anduvieron junto a Coelho los concejales Carmen Vega, Fernando Díaz Rañón o Antonio Sabino- Paulo Coelho, peregrino en su tiempo, se cruzó con otro «peregrino», de esos con mochila, cayado y kilómetros por delante. Ricard Núñez, que éste era su nombre, aparcó la mochila y extrajo de una bolsa de plástico un ejemplar de «El alquimista». Confesó este barcelonés que había empezado «el viaje» hacía tres días, en Gijón.

Por la noche la organización del Centro Niemeyer se despidió de Coelho con una espicha tradicional en una conocida sidrería local, una tradición de todos los grandes invitados de la ciudad: el equipo de Woody Allen y, hace unas pocas semanas, el actor Kevin Spacey.