Avilés / Gijón,

S. FERNÁNDEZ / M. CASTRO

La plantilla de la unión temporal de empresas (UTE) Sermulsa-Asturmasa decidió a última hora de la tarde suspender la huelga (prevista para mañana, jueves), que hubiera llevado a las factorías asturianas de Arcelor-Mittal al borde del colapso. UGT y CC OO lograron un acuerdo momentáneo de los trabajadores, de la Dirección General de Trabajo y de las empresas implicadas para «dar una oportunidad a la negociación», en palabras del veterano sindicalista Nicomedes Sánchez.

Los trabajadores de la UTE convocaron la huelga para defender sus puestos de trabajo (en los dos altos hornos y en las dos acerías) y denunciar una supuesta «estrategia encubierta» de los propietarios de las dos compañías (Iván Arias y José Antonio Arias) de reestructurar «a cuenta de la crisis los tres turnos de trabajo», en opinión de Rafael González, de USO. Y es que, según los representantes del comité de Sermulsa-Asturmasa, «no hay razón para una regulación de empleo, porque éstas se producen en situaciones extremas de baja producción, cosa que no sucede ahora», comentaron.

La UTE auxiliar tiene el contrato que posibilita que el arrabio del horno alto pase a la acería (a través de la manipulación de la escoria que deja el acero). La importancia de este traspaso es crucial, dada la forma de trabajar en cadena que tiene Arcelor. Sin arrabio no hay acero, sin acero no hay productos acabados y sin productos acabados los puestos de trabajo permanecerían entre interrogantes. Además, el hecho de que Arcelor-Mittal sea una multinacional permitiría trasladar la producción de Asturias a otra factoría del mundo en caso de que se paralizase la actividad en las fábricas del Principado. Lo que, en principio, es un problema de ámbito interno en una pequeña compañía auxiliar podría poner en jaque a la empresa más importante de Asturias. De hecho, Arcelor comunicó a su comité de empresa, a las tres y media de la tarde, que si al final seguía la huelga convocada en la UTE la compañía «se vería obligada a parar uno de los altos hornos», lo que implicaría paralizar media cabecera.

La presión que vivieron los trabajadores fue constante a lo largo de toda la tarde de ayer. A la posibilidad de la paralización del horno B de Veriña se sumaron las advertencias que pronunció ayer en Gijón el consejero de Industria y Empleo, Graciano Torre. Según señaló, su departamento iba a tratar de mediar para evitar la huelga. Asimismo, pidió comedimiento a los empleados de la UTE porque de no obrar de esta manera la situación, a juicio de Torre, que hubieran provocado los trabajadores «sería no sólo condenable por parte del Gobierno, sino por toda la sociedad asturiana», señaló.

A juicio de Nicomedes Sánchez, los trabajadores «obraron con inteligencia» cuando anoche decidieron aplazar la huelga que consideran razonable. «Hay trabajo, sólo hay que ver cómo está la planta de Tabaza», comentó José María Olmedo, de UGT. Por el momento, la situación queda en manos de Arcelor y de Sermulsa-Asturmasa, por un lado, y en manos del director general de Trabajo, Antonio González, por otro. Las dos empresas deben alcanzar un acuerdo que evite que tengan que irse a casa las seis personas afectadas por el expediente de regulación que ha desencadenado el conflicto. Según los sindicatos, el director general de Trabajo debe contestar a una pregunta: «¿Por qué aceptar un expediente de sólo seis personas?».

Sermulsa-Asturmasa ha ofrecido a Arcelor la posibilidad de hacerse cargo de la escoria producida en las acerías, pero Arcelor no ve bien esta posibilidad, ya que aduce falta de liquidez. La UTE, sin embargo, ha insistido en que la facturación final pueda retrasarse un trimestre.

Por parte de USO se han planteado otras posibilidades alejadas del expediente de regulación: las vacaciones. «Si un trabajador es regulado, su base de cotización para el paro o la pensión cambia y mucho», explicó Rafael González. «Los trabajadores de las auxiliares siempre nos hemos solidarizado con los de Arcelor, no nos olvidamos de ellos nunca, ni cuando eran Ensidesa, ni cuando eran Aceralia ni ahora», concluyó Nicomedes Sánchez. El pulso de la pequeña auxiliar al gigante del acero sigue sobre la mesa.

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