Director y actor de «Hamlet», que se representa esta noche en Avilés

Saúl FERNÁNDEZ

Juan Diego Botto (Buenos Aires, Argentina, 1975) siempre quiso ser Hamlet. Y al fin lo ha conseguido. Su particular versión del drama de William Shakespeare llega esta noche (20.15 horas) a las tablas del teatro Palacio Valdés. Entre sombras, críticas y aplausos espectaculares.

-Director, protagonista... ¿Se llama usted Juan Palomo?

-(Risas). Así surgieron las cosas. Tenía ganas de participar en un montaje de «Hamlet» desde que era pequeño, desde que la leí por primera vez, con 15 años. Hace como un año se hizo posible la idea. Eligiendo ser director y actor protagonista a la vez el trabajo iba a ser el doble, pero podía asumirse.

-Tengo entendido que todo vino por un regalo que le hizo su hermana María Botto.

-En mi familia es conocida mi afición por la obra, saben que la leo todos los años. Mi hermana me regaló una versión completa del drama, más que de miniatura, de llavero. Durante un rodaje volví a leerla de nuevo, con lupa. Hasta entonces sólo había visto la obra como actor, pero con esa versión en miniatura empecé a cambiar de perspectiva.

-¿Por qué hay que ver otra vez «Hamlet»?

-De acuerdo que el texto es de sobra conocido, pero le sucede lo que a «El Padrino», cuando te la cruzas en la televisión no puedes dejar de volver a verla. Nuestra versión va al corazón de la historia, procurando hacer entender el drama del príncipe de Dinamarca. Y es que consideramos que los espectadores conocen el lenguaje dramático o cinematográfico, es decir, los espectadores son inteligentes.

-¿Le cae a usted bien el príncipe Hamlet?

-Hamlet tiene sus cosas lindas y sus cosas no tan lindas. Simpatizo con la pérdida del padre, asesinado por su propio tío. Y por eso quiere hacer justicia, pero no es fácil. Luego es eso, un príncipe caprichoso, intransigente...

-... Un poco pijo.

-Sin el «poco»... pero no se le puede llamar pijo, porque eso a un joven como él se le queda muy pequeño. La obra de Shakespeare es la síntesis de las conspiraciones del poder. Pero habla del dolor de la pérdida, de la dificultad de sobrevivir. Hamlet es el primer existencialista de la historia, antes que Sartre, el primer clásico moderno, todo un triunfo para la interpretación.

-Se da la circunstancia de que a la vez que es Hamlet es el anarquista de «La mujer del anarquista» o el inquisidor de «El Greco».

-Es una casualidad, una coincidencia. Habla de proyectos que hice hace bastante tiempo: «El Greco» hace como dos años y «La mujer del anarquista» inmediatamente después. Ésta es una de las maravillas de este oficio: combinar personajes lo más heterogéneos posibles.

-¿Los actores tienen la obligación de comprometerse políticamente?

-Los actores no tienen ninguna obligación, pero el arte es arte si observa la realidad y reflexiona sobre ella. La obligación es de cada ciudadano. Somos todos nosotros los que debemos expresar nuestras propias opiniones y defenderlas. Participar en la sociedad no es una cosa exclusiva de los actores.

-¿Y después de «Hamlet», qué?

-Lo más inmediato es marchar a Buenos Aires a hacer una película de Marcelo Piñeyro. Esto pasará en cuanto terminemos las funciones.

-¿Para cuándo?

-Para marzo. La película se titula «Las viudas de los jueves» y estamos Leonardo Sbaraglia y Ernesto Alterio.