A. P. G.

Si Carmen Garrido expuso ayer el pasado de la mujer en la acción sindical de Comisiones, Pilar Plaza y Mayte Abad, respectivamente, hicieron lo propio con el presente y el futuro. Plaza llegó a la Secretaría de la Mujer de la Unión Comarcal de Comisiones Obreras de Avilés en 1976, en plenos cambios sociales y políticos y en medio del impulso de las movilizaciones feministas. Abad ha sido nombrada recientemente encargada de esta área, cuando los efectos de la crisis económica mundial están disparando las listas del paro de forma alarmante y sus efectos alcanzan ya a prácticamente todos los sectores.

En sus respectivos discursos entremezclaron reivindicaciones y anécdotas, risas y lágrimas (de emoción). Pilar Plaza se vio de nuevo acudiendo al sindicato con el carricoche, dejando a su hijo con alguna compañera mientras iba a colgar carteles por la ciudad con la silla de bebé como carretilla. Recordó su primer discurso («me subieron a un bidón en la huelgona de la construcción de Piedras Blancas y me puse a dar un mitin; me sentí bien, satisfecha, pero me temblaban hasta los pelos») y el malestar que desencadenó «la brigada del chicle», impulsada por «una concejala del Partido Popular que contrató a 25 o 30 mujeres en un plan de empleo, pero para que se pusieran a quitar chicles de la calle con una especie de rasquetas».

Mayte Abad, por su parte, defendió que «un sindicato no es un bufete de abogados barato, como piensa mucha gente», y sentenció: «Prefiero luchar a perder algo por lo que ha costado tanto tiempo conseguir. Hagamos que nuestro trabajo, el de las mujeres, sea digno luchando desde la unidad», concluyó.