Amaya P. GIÓN

El anuncio del posible traslado del archivo histórico de Ensidesa al futuro Museo Histórico de Asturias, ubicado en Oviedo, ha caído como un jarro de agua fría entre los políticos y los defensores del patrimonio industrial avilesino. Es más, ha reabierto viejas heridas, aún sin cicatrizar. Y es que son muchos los que recuerdan el varapalo de hace unos años, cuando Avilés se quedó sin Museo de la Siderurgia en beneficio de Langreo. Ahora, el PSOE se ha quedado solo en su defensa del traslado a la cárcel de Oviedo del vasto legado documental de la siderúrgica, alegando que así se permitirá unificarlo (a día de hoy se encuentra repartido entre un edificio público de la plaza Mayor de Llaranes, el centro de documentación de Arcelor y en Gijón).

Hasta IU, el socio de gobierno, califica de «barbaridad» el traslado -que adelantó LA NUEVA ESPAÑA- y añade, así, una desavenencia más a la larga lista de desencuentros con los socialistas. «No puede permitir el traslado de los archivos de Ensidesa, que son parte de la historia de Avilés, sin consultar a nadie», protestó ayer el portavoz de IU, Fernando Díaz Rañón, refiriéndose al concejal de Cultura, Román Antonio Álvarez.

Díaz Rañón aseguró que instará a los socialistas a que mantengan en la ciudad el material que contiene el legado documental de la siderúrgica, si bien no es el primer político local en arremeter contra el edil de Cultura. Del archivo de Ensidesa se viene hablando desde hace un lustro. Es más, el propio Román Antonio Álvarez llegó a afirmar en enero de 2008 que el futuro museo de Avilés, que se construye en Carlos Lobo, acogería esa base documental. Pero las reducidas dimensiones de ese museo, al que desde el Partido Popular tacharon de «museín», hicieron inviable esa posibilidad. Fueron los conservadores los que hablaron, entonces, de la posibilidad de que el edificio de Correos volviese a manos municipales para convertirse así en la sede del archivo histórico de Ensidesa. Apenas un mes después, la concejala del PP Carmen Vega planteó la compra de las naves de Balsera por parte del Ayuntamiento para alojar en ellas el legado siderúrgico.

También el portavoz de los concejales no adscritos de Avilés, Antonio Sabino, se mostró el lunes a favor de conservar en la ciudad el archivo de Ensidesa, una postura a la que se sumó ayer su colega en IU, Fernando Díaz Rañón. «La historia de Avilés es muy extensa, pero buena parte de ella la configura Ensidesa. Es un vínculo que no se debe romper nunca y, por eso, es en esta ciudad donde tiene que permanecer su archivo», señaló. Pero ¿dónde albergar en Avilés unas 90.000 fotografías, maquetas, maquinaria antigua, planos y proyectos de construcción de la factoría, publicaciones y revistas, un sinfín de documentos que ocuparían kilómetros de estantería? «Puede haber dificultades para encontrar un espacio, pero hay que buscar fórmulas que nos permitan mantener viva la historia de Ensidesa y de Avilés. Hay que buscar donde ubicar toda esa documentación y digitalizarla, con la colaboración del Principado y de la Universidad, pero aquí», añadió Rañón. Y añadió: «No hemos renunciado nunca a un museo de la industria y se puede buscar en múltiples enclaves, como en el gasómetro en desuso o en el antiguo edificio de Telefónica», sede de Infoinvest, planteó. Díaz Rañón tampoco cejó en reproches hacia la Consejería de Cultura del Principado: «Si ahora no saben con qué llenar la vieja cárcel de Oviedo nos ofrecemos a darles ideas, pero que no nos quiten la historia de Avilés para dar contenido al Museo Histórico de Asturias», concluyó.

La ya extinta Ensidesa nunca contó con un centro de archivo único, si bien lo más cercano a un archivo centralizado es el centro de documentación de Aceralia, hoy Arcelor, instalado en 1990 en Avilés junto al centro de desarrollo tecnológico de la empresa y que desde entonces dirige Javier Gancedo. Parte de esa documentación ha sido gestionada por el Ayuntamiento avilesino. Se trata del material guardado en uno de los edificios públicos de la plaza Mayor de Llaranes y que durante tres años una escuela taller de restauración catalogó. Pero los conservadores aseguran que el concejal de Cultura, mediante un decreto de Alcaldía, renunció el pasado julio a toda esa documentación. «Es un expolio del patrimonio», insistió ayer Carmen Vega.