Francisco L. JIMÉNEZ

A la empresaria marroquí Moussa Obouko Aicha, natural de Marrakech, se le muda el semblante cuando alguien le menta el nombre de Asturias, una región de la que tuvo conocimiento en 2005 a raíz de su deseo de construir un moderno barco de pesca. Un cúmulo de circunstancias posteriores, aún pendientes de aclarar por la Justicia, la han sumido en la desesperación. «Me he quedado sin barco y sin dinero, mi única esperanza en estos momentos es que un juez me devuelva lo que es mío», afirma.

Según la versión de la frustrada armadora, el astillero asturiano con el que contrató la construcción del barco no cumplió con los términos del acuerdo pactado, la engatusó para ganar tiempo y al final se quedó con el medio millón de euros que había adelantado a cuenta de la construcción del buque. No obstante, la primera querella que presentó Moussa Obouko Aicha para tratar de recuperar su inversión fue sobreseída con carácter provisional al considerar el juez de Pravia que no concurrían pruebas suficientes de los cargos que la empresaria imputaba al astillero: apropiación indebida y falsificación documental. El caso sigue abierto, ahora en vía de recurso contencioso-administrativo.

Moussa Obouko Aicha entró en tratos con un astillero del centro de Asturias en 2005 y contrató la construcción, a cambio de 1,1 millones de euros, de un buque de pesca con casco de acero de 26 metros de eslora equipado para faenar al arrastre. El contrato establecía un primer pago de 110.000 euros y otros sucesivos coincidentes con el cumplimiento de diversas fases de la obra. La armadora se comprometió, asimismo, a depositar como garantía en una cuenta bancaria convenida una carta de crédito por importe suficiente para pagar el barco.

«Yo fui dando dinero según me lo pedían, hasta en tres ocasiones. También vine a ver los avances del barco hasta por dos veces y, aparentemente, no había ningún problema. Así fue hasta que agoté el dinero que tenía ahorrado, unos 500.000 euros, y hubo que hacer uso de la carta de crédito. Para liberar el dinero, mi banco en Marruecos exigía documentos oficiales del avance de las obras en el barco y éstos -al menos los válidos- nunca llegaron a mi poder pese a que los requerí en infinidad de ocasiones y de varias maneras», relata la empresaria.

En plena controversia administrativa con el astillero, Moussa Obouko Aicha asegura que tuvo noticia por unos armadores amigos de que su barco había sido puesto a la venta, extremo que el astillero admitió ante el juez. Alarmada por ese hecho, la armadora pidió explicaciones al astillero y, siempre según su versión, comenzó un tira y afloja a cuenta de la firma de los documentos necesarios para hacer la transferencia del buque a un nuevo propietario. En este punto, Moussa Obouko Aicha asegura que jamás dio su consentimiento por escrito a esa venta, razón por la que acusa a los propietarios del astillero de haber falsificado su firma y así lo intentará probar ahora ante el Juzgado de lo contencioso-administrativo aportando el informe de un perito calígrafo.

Lo cierto es que el barco cambió de dueño y el astillero ofreció a la marroquí la posibilidad de construir un segundo pesquero más ajustado de precio. Moussa Obouko Aicha aceptó y el 10 de marzo de 2007 firmó un segundo contrato. Los meses pasaron y por falta de noticias del barco, nuevamente con problemas para conseguir los papeles que le permitiesen liberar la financiación bancaria y bastante mosqueada, la armadora decidió llevar el asunto a los tribunales.

El primer capítulo judicial se saldó de forma contraria a los intereses de Moussa Obouko Aicha. El juez lejos de ver rastro de apropiación indebida reprendió a la marroquí por haber ocultado la existencia de un segundo contrato original que fue el que el astillero cumplió a rajatabla (no así la empresaria en lo referido a los pagos). El juez exime al astillero de «ánimo defraudatorio» y si bien reconoce a Moussa Obouko Aicha el derecho a recuperar su dinero, también indica que el astillero podría exigir ser resarcido por los daños y perjuicios ocasionados. Y en todo caso, remite a la vía civil, precisamente donde ahora está el caso.

La empresaria marroquí asegura que está en una situación harto delicada e implora una solución «justa» a su caso. «Mi marido no me perdona haber perdido el dinero, que son los ahorros de toda una vida de trabajo, la Hacienda marroquí va contra mi porque no puedo justificar la salida de capitales del país y el Ministerio de Pesca está a punto de quitarnos la licencia de pesca por falta de actividad. Estoy desolada y ya no sé a quién pedir ayuda», declaró a este diario en su última visita a Asturias, a donde vino en un intento desesperado de arreglar el problema.

Moussa Obouko Aicha ha invocado incluso la intercesión diplomática de su gobierno y asegura que a la vista del calvario que está pasando ella «no es descartable que las autoridades de mi país sugieran a otros armadores que también quieren hacer barcos que los contraten en Francia o Turquía». A falta de la última palabra de la Justicia española, lo que empezó como un litigio entre particular amenaza así con derivar en un conflicto diplomático.