E. C.

La población de cormoranes en la ría de Avilés se redujo a la mitad en los últimos meses, según alerta el grupo de ornitología Mavea. Esta asociación, que lleva más de 20 años censando las aves acuáticas del estuario, asegura que se trata de un hecho sin precedentes y señala que coincide en el tiempo con la orden de matar cormoranes dada por la Consejería de Medio Ambiente. Como ninguna de estas aves fue abatida de forma legal en la comarca, los ecologistas sospechan que esta merma se deba a la caza furtiva en el embalse de La Granda. «Este embalse está protegido, pero los efectivos de la guardería de la Consejería y del Seprona son muy exiguos», advierte Mavea en un comunicado.

Según los datos que maneja esta asociación, a lo largo de los últimos años el número de cormoranes ha ido en aumento en la ría de Avilés, debido posiblemente al aumento de peces. Sin embargo, durante la segunda quincena de noviembre y la primera de diciembre, de 120 cormoranes censados se pasó a 60, en un momento además en el que otros años se iba incrementando la población, para volver a bajar en primavera y verano.

Los miembros de Mavea intentaron contrastar este hecho con otra referencia próxima, y acudieron al embalse de La Granda, en Gozón, donde duerme la mayor parte de los cormoranes grandes que pasan el día en la comarca. El 30 de diciembre el dormidero de ese embalse tenía sólo 110 aves, cuando a mediados de octubre dormían al menos 130 y debería de haber unas 200, según los datos de años anteriores. «Éste es el censo más bajo que conocemos desde que se formó este dormidero hace quince años, lo que contradice las teorías de las asociaciones de pescadores que dicen que cada vez hay más», argumentan los ornitólogos.

A este descenso de población en La Granda se suma la circunstancia de que las aves estaban usando posaderos diferentes a los habituales, daban muestras de un grado de estrés atípico y no había garzas en el dormidero, cuando siempre hay varios ejemplares. Eso puede ser debido, según los expertos, a que las garzas son más desconfiadas y asustadizas que los cormoranes.

La lectura de todo esto, según Mavea, es que «aunque en los años siguientes la vida silvestre de la ría vaya en aumento, hay especies que están desprotegidas y seriamente amenazas, como pasa con los cormoranes».