Elisa CAMPO

El doctor Félix Payo Losa, neumólogo y especialista en el servicio de fisiología respiratoria del Instituto Nacional de Silicosis, será el encargado de abrir mañana, jueves, la jornada de debate sobre la incineradora que plantea la Asociación de Vecinos del Quirinal. El acto tendrá lugar en el CMAE del Arbolón a las siete de la tarde. Payo considera que es necesaria una reflexión profunda sobre los costes sanitarios y medioambientales que supondría una instalación de estas características, para la cremación de residuos.

-¿Qué opina usted acerca de la construcción de una incineradora en Serín?

-El asunto de la incineradora tengo que verlo desde el punto de vista de los riesgos que supone para la salud pública, no bajo otros puntos de vista. Estoy sorprendido, porque hace tres años que se planteó el debate y desde entonces no se han tocado estos temas. Y ahora se sigue sin hablar de salud.

-El debate se centra en quién la va a pagar y en cuánto va a costar.

-Y eso en el mejor de los casos. Pero de los riesgos para la salud pública se habla muy poco y de forma muy superficial. Eso yo creo que es una de las primeras cosas que hay que resaltar, cuando uno de los principales problemas que supone una incineradora es la generación de sustancias con alto riesgo de originar enfermedades en el ámbito de la salud pública.

-¿Qué riesgos son esos?

-La cremación de residuos genera dioxinas, que, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, son uno de los más potentes carcinógenos. Y eso sin entrar en detalles como malformaciones congénitas, muerte prematura, alteraciones de la diferenciación sexual? Es un carcinógeno potente, y además las dioxinas sólo son uno de los productos de la combustión, en total son doce los considerados de gran peligro por su potencial efecto tóxico para los seres vivos, y todos ellos son producidos por esa misma incineración. Su potencialidad se deriva de que, debido a las características biológicas de estos productos, son muy estables, no se metabolizan, permanecen en el terreno y en el agua durante tiempos muy prolongados.

-¿De cuánto tiempo está hablando?

-En los seres vivos permanecen durante más de 14 años después de que un animal haya muerto. Estas características de estabilidad motivan la base de la acumulación, se van sumando pequeñas emisiones a lo largo del tiempo, van siendo acumuladas por la cadena alimentaria y trófica, y eso va determinando una condensación de esta sustancia en organismos vivos animales y humanos que potencian gravemente los riesgos tóxicos de que estamos hablando. Son resistentes incluso al calor y las sustancias se van acumulando. Por eso es más importante considerar este tipo de acumulación de productos tóxicos que los límites en la emisión, que son puntuales.

-¿Hay que preocuparse, entonces, ante las noticias de la incineradora?

-No es que sea preocupante, es que un ciudadano debe recibir una información de qué mecanismos están tomándose para tratar estos problemas. Hay que decir: si están pensando en construir una incineradora, ¿qué medidas de protección se plantean para los residuos? La normativa europea establece un límite de emisiones de un picogramo, la billonésima parte de un gramo. Nos tienen que decir con qué garantías van a funcionar esos hornos y que, aparte de ser muy baratos, no van a atentar contra nuestra salud. Porque si se trata de evitar que los productos de la combustión se incorporen al medio ambiente, quedan entonces como residuos, enormemente ricos en dioxinas y furanos, y eso forma parte de un gran potencial peligroso de diseminación. Se tendrían que tratar como si fueran residuos nucleares.

-Hay países donde no se permiten los cultivos ni el ganado en 20 kilómetros a la redonda de una instalación crematoria.

-El peligro de la diseminación de residuos en el aire daría lugar a que todas las formas de vida que hay alrededor sufrieran potencialmente riesgo para la salud, para animales y personas. Los kilómetros afectados dependen de muchos factores: altura chimenea, condiciones climatológicas? Es complicado.

-En cualquier caso, el vertedero de Serín está a punto de desbordarse.

-Nadie dice que no hay basura. En vez de estar estos tres años sin hacer nada, se podían haber hecho políticas de envases y embalajes, de reducción de residuos, reciclaje, reutilización, incentivación fiscal para potenciar todo esto? Y sin embargo en estos tres años no ha sucedido nada, y ahora de repente no hay que perder el tiempo y nos señalan a los ciudadanos críticos como los culpables. En realidad yo no digo «no» a la incineradora, pero sí que nos digan claramente con qué riesgos ambientales y para la salud van a operar y qué medios están poniendo para impedir sus efectos nocivos. Y si estos medios van a ser realmente eficaces o no, discutir sobre este tipo de polémicas. Claro que los residuos son un problema, pero también lo tienen otras comunidades.

-¿Y cómo lo solucionan?

-Cada comunidad tiene una ley propia que aquí, aunque se ha anunciado, sigue sin desarrollar.

-¿Existen otras instalaciones industriales con efectos parecidos a los de una incineradora?

-Por ejemplo, las térmicas. Lo que pasa es que los problemas derivados de la materia de combustión del carbón no tienen la gravedad de riesgo cancerígeno que tienen otras partículas. Estamos hablando de un tipo de emisión específico, las dioxinas, por combustión de la materia orgánica. Su riesgo es potencialmente mucho más grave que la producción de partículas de cualquier chimenea de fueles o carbón. Este año se celebra el año del medio ambiente, y todo este tipo de problemas se puede poner de manifiesto en una discusión amplia. Ha habido algunas intervenciones en la prensa en las que se dice que la incineración no tiene ningún riesgo. Y es totalmente mentira. Cualquier persona con sentido común lo sabe.