E. CAMPO

Un paseo salpicado de piezas artísticas monumentales en las que late un corazón siderúrgico. Así será la Ruta del Acero, que se instalará dentro de unas semanas en el paseo de la ría, y que está jalonada por las piezas que firman siete artistas ligados en mayor o menor medida a Ensidesa: Fidel Pena, Taboada, Marbán, Anabel Barrio, Truyés, Mogo y Ramón Rodríguez. Cada uno diseñó una pieza utilizando como materia prima restos de la producción de Arcelor que, en lugar de volver a la fundición, adquiere un nuevo uso. El espíritu artístico comparte protagonismo con un homenaje a la historia que fue la de miles de avilesinos, ligada a Ensidesa y a la Escuela de Aprendices.

De hecho las siete esculturas se dispondrán formando un recorrido a ambos lados del homenaje a la Escuela de Aprendices realizada por Mojardín. La gran diferencia con su predecesora es que los siete nuevos proyectos son fruto del esfuerzo desinteresado de muchas personas, con el objetivo de que el coste sea prácticamente inexistente, según destacó ayer Justo Manso, coordinador del proyecto junto a Cirilo Capa, que es el responsable técnico. La Alcaldesa, Pilar Varela, y el concejal de Participación Ciudadana, Teófilo Rodríguez -vinculado también a Arcelor- recibieron a los autores de las piezas, que explicaron las bases de su obra. «Es un regalo para Avilés», afirmó Varela. Asistió, asimismo, un representante de Arcelor, que elogió el esfuerzo que superó todas las dificultades para materializar el proyecto.

«Primero pensamos en hacer una sola escultura que aglutinara las diferentes tendencias artísticas, pero es muy difícil, cada uno tiene sus ideas, por eso finalmente realizamos siete piezas», explicó Manso. Las obras de colocación de las esculturas ya comenzaron en el paseo de la ría, con la preparación del suelo donde se ubicarán. «Aquí hay mucho trabajo, mucha ilusión; es fruto del esfuerzo de muchas personas y de la colaboración del Ayuntamiento y Arcelor», añadió. Esta Ruta del Acero será una forma de garantizar que la ría siga mirando a la siderurgia que transformó su paisaje.

Las propuestas artísticas de los siete autores van de lo abstracto a lo figurativo, con dos nexos comunes: las grandes dimensiones y el uso de piezas provenientes de la producción industrial. Así, Fidel Pena se inspira en los colores que va tomando el acero durante el proceso industrial, Taboada cumplió su deseo de utilizar piezas del proceso siderúrgico para construir un mosaico y Marbán expresó con colores las distintas culturas y gentes que aglutinó Ensidesa. Por su parte Anabel Barrio une pasado y futuro con sus molinos que representan el chorro de oxígeno y también los parques eólicos. Truyés emplea una mano mecánica para enlazar la industria con Eva y su manzana, mientras que Mogo juega con un castillo de naipes. Ramón Rodríguez, por último, simboliza mediante dos columnas los dioses del fuego, Vulcano y Prometeo.