A. P. G.

Al avilesino Manuel Ángel Á. R., «El Solitario» asturiano, también se le conoce como «el tiritas». No sólo es un maestro del disfraz. Sus robos eran minuciosos y no dejaba huella alguna en los escenarios del delito. Siempre se cubría los dedos con apósitos para no dejar pistas. De ahí que también le bautizaran como «el atracador de las tiritas». Esa profesionalidad, según el letrado que defiende sus intereses, no concuerda con el robo registrado en el Banco Herrero de Las Vegas.

En el juicio celebrado ayer varios testigos señalaron que la furgoneta en la que Manuel Á. R. y su cómplice huyeron de la capital corverana llevaba un cartel de «se vende», con un teléfono de contacto incluido. «¿Cómo un atracador profesional, en busca y captura por las fuerzas de seguridad, va a huir en una furgoneta en venta tras cometer un atraco?», planteó el letrado José Manuel Fernández mientras su cliente asentía en el banquillo de los acusados.

Fernández se afanó en demostrar que no existen pruebas fehacientes de que el hombre al que grabaron las cámaras de seguridad del banco es su cliente. Y el propio imputado aprovechó su derecho a la última palabra para ahondar en esa tesis. Hizo referencia a una sentencia reciente de un juzgado de Bilbao que lo absolvió de un delito de robo con violencia paralelo al que se enjuició ayer en Avilés, con la imagen de la cámara de seguridad como única prueba. También dijo que no fue sometido a una rueda de reconocimiento. «La peluca que entregué era de color castaño, con mechas a modo de canas porque soy peluquero profesional. ¿Por qué no está aquí? No entiendo nada», añadió.