La elección del puerto de El Musel como punto de descarga de la madera con destino a la papelera de Ence en Navia ha puesto en solfa como nunca antes había ocurrido el manido discurso de la lealtad portuaria que deberían predicar entre sí Avilés y Gijón. La primera pregunta que cabe hacerse es por qué El Musel pugnó por una mercancía que tradicionalmente entraba en Asturias por los muelles avilesinos. ¿Acaso no se había quedado en practicar juego limpio? Aún aceptando la legitimidad de que El Musel trate de captar nuevos tráficos, no deja de ser sospechoso que una empresa estibadora del puerto vecino rebajase tanto la factura de la operación que ninguna de las de Avilés -siendo los costes de éstas incluso inferiores a los que soportan las gijonesas- pudo igualarla so pena de perder dinero. A esto en economía se le llama dumping. La que mejor parada ha salido del duelo portuario es Ence, la clara beneficiada de la competencia a la baja en precios. ¿Se repetirá la maniobra con el próximo barco?