Félix VALLINA

Los países subdesarrollados están siendo vendidos al mejor postor en una subasta mundial y las consecuencias pueden ser terribles en todos los sentidos. Con estas cinco líneas se podría resumir la conferencia que ofrecieron ayer Ramón Quirós -trabajador social y máster por la Universidad de Oviedo en Gestión de Organizaciones de Cooperación al Desarrollo- y José Alba -doctor en Ciencias Económicas y Empresariales- en el ámbito del Club de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés. La charla, que formó parte de los actos de la Semana Solidaria de Llaranes, tuvo lugar en la Casa de la Cultura de Avilés.

«La compra de tierras de los países desarrollados en continentes como África son un grave problema que por el momento no sale en los medios de comunicación», señaló Quirós. Muchas empresas europeas y asiáticas están adquiriendo terrenos en zonas pobres para producir biodiésel e incluso para cultivos que no se pueden desarrollar en sus países. «La unión europea se ha fijado para 2015 que el 15 por ciento del combustible utilizado en el mundo sea biodiésel, pero nadie se da cuenta de las terribles consecuencias que puede traer eso para los pobres», explicó Quirós, que añadió: «Se calcula que ya hay más de un millón de chinos trabajando en África». Resulta paradójico, pero en países como Etiopía, que sufre en sus carnes el problema del hambre, «hay empresas de todo el mundo que producen alimentos para sacarlos de allí», matizó Ramón Quirós.

José Alba utilizó un símil boxístico para explicar la situación. «Se trata de una lucha desigual entre dos luchadores con pesos muy diferentes, la compra de tierras está limitando el desarrollo de esos países en todos los sentidos». Alba aseguró que «si hay empresas que ocupan los terrenos para un tipo de productos no se podrán desarrollar otros que son necesarios para los habitantes de esas zonas empobrecidas». Lo dijo Gandhi: En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos».