Félix VALLINA

Avilés tiene argumentos de sobra para considerar la repostería como uno de los principales estandartes de la comarca en materia gastronómica. Entre productos tradicionales y nuevas creaciones, las confiterías y los profesionales ligados al sector hostelero han sabido conformar una extensa carta de iniciativas culinarias exclusivas que ya son un rasgo distintivo de Avilés y uno de los pilares en los que se apoya la comarca para promocionarse de cara al exterior. «Nuestra repostería debe ser uno de los buques insignia para mostrar la ciudad al turista gastronómico, lo dulce debe ser el elemento que nos diferencie», sostiene el presidente de la mancomunidad turística Comarca Avilés , Alberto Tirador.

El producto «estrella» de la repostería avilesina sigue siendo el bollo de Pascua. Alfonso Lucena, gerente de la confitería Almabe, lleva más de cuatro décadas trabajando la elaboración de este y otros muchos dulces y, al igual que la mayoría de sus colegas del gremio, tiene claro que es uno de los más representativos. «Sólo se hace en Avilés y tiene 117 años de historia, además es muy conocido en otras partes de Asturias», señaló. Lucena tiene un truco para hacer un buen bollo: «Hay que batir muy bien la manteca antes de echar los huevos, que tienen que estar fríos. Después se cuece a 180 grados una hora y media y ya está listo».

Los «conos de Avilés» de la confitería Vidal son un ejemplo representativo de que la innovación puede combinarse con la oferta tradicional. Se venden en dos formatos, como bombones para turistas o como pastel fresco de postre, y son un homenaje a la obra «Avilés», de Benjamín Menéndez, situada en el paseo de la ría y popularmente conocida como «Los Cuernos». Los «caprichos de Avilés» tan sólo tienen unos días de vida y son una creación de La Casería. Se trata de un tipo de pastel tamaño bombón elaborado con frutos secos y azúcar que se mantiene muy bien y es ideal para que se lo pueda llevar el turista. En La Casería también son especialistas en las marañuelas de Avilés, que para Manolo García «son totalmente distintas a las de Luanco y Candás y además, más antiguas».

Los «colasinos» de La Duquesita nacieron en 1985 en honor a San Nicolás, como pastel representativo de las fiestas del centro de Avilés, pero con el éxito empezaron a comercializares todo el año. Se trata de una galleta rellena de praliné de avellana en forma de media esfera y con unos picos que emulan el gorro de San Nicolás. La confitería Santa Mónica despacha el «merlitón», una tartaleta de galleta horneada y rellena con huevo, margarina y azúcar.

En Castrillón también comienzan a triunfar los «arrecifes de Salinas», de la confitería Carmen. Los pasteles son un homenaje al paisaje costero de la zona y están elaborados a partir de varios chocolates, praliné, licor, canela y azúcar. «Tienen muy buena acogida, acabo de preparar mil cajas para cuatros bodas», explica la propietaria, Carmen González. Otra de las ofertas exclusivas de Avilés son las «pumariegas» de la confitería Avenida, hechas a base de almendras, yema, huevos, canela y un toque secreto de licor. «Nacieron hace muchos años en la confitería Galé, donde mi padre trabajaba como maestro pastelero. Había un cliente que no paraba de decirle al dueño que le hiciese un pastel con su nombre; se apellidaba Pumariega», explica José Luis Suárez.

El Niemeyer ha contribuido a agudizar el ingenio de los reposteros avilesinos. El comercio Delicatessen Antonio es el padre de las «niemeyitas», unos bombones elaborados a mano con diferentes chocolates y nueve sabores diferentes. «Tratan de representar la cúpula del centro», explica José Felipe Díez, gerente del negocio. Los «niemerinos» de la confitería La Duquesita también se inspiran en la cúpula blanca del Niemeyer y sus ingredientes son almendra, manzana y chocolate. En el Café de Ángel se sirven las «cúpulas de avimeyer». Además, la comarca cuenta con todo un «crack» de la pastelería como Miguel Sierra, que ha elaborado dos dulces ligados a la siderurgia y al centro cultural: los «slabs de turrón o chocolate» y el «bombón ergonómico». En la oferta de «llambionadas» avilesinas se podrían incluir otros productos, como los «exquisitos» de Polledo, la «tarta de almendrucos» de La Armonía o los roscos de la confitería Aimar. Así de dulce se pone Avilés.