A. P. G.

El maestro pastelero avilesino Miguel Sierra llamó hace años a las puertas del alicantino Paco Torreblanca con un paquete de fabes envasadas al vacío bajo el brazo. Aquel fue el principio de una relación profesional y personal que llevan al número 1 de la repostería española a considerar a Sierra uno más de sus hijos. «Le ofrecí quedarse en mi casa, en investigación y desarrollo. Prefirió volver a su tierra, con su gente. Tenéis un gran profesional y un buen embajador de vuestra tierra. Es uno de mis hijos profesionales de los que me siento más orgulloso», señaló.

Torreblanca pronunció estas palabras en el auditorio de la Casa de Cultura durante la presentación de «Siete», el libro de repostería que reúne a los ganadores del concurso Mejor artesano pastelero de España, que se celebra cada tres años. El acto, al que no pudo asistir el presidente de la Real Academia Española de Gastronomía por el cierre de algunos aeropuertos, sirvió de homenaje a uno de los integrantes de «Siete», Carles Mampel, que se recupera de una grave enfermedad.

El alicantino destacó las cualidades de cinco de los siete magníficos del azúcar: Miguel Sierra, Jordi Pujol, Oriol Balaguer, Ramón Morató y Carels Mampel. Omitió a su hijo, Jacob Torreblanca, «porque no está bien que uno hable de sus hijos», y a él mismo. La presentación estuvo acompañada de una exhibición en la que se pusieron sobre la mesa unos «Huevos de oro» (postre que Torreblanca dedicó al cineasta Vigas Luna) y un canelón de chocolate con yogur ácido de lima y aceite de vainilla de maíz. «El que no cree en una idea no puede llegar a ningún sitio», sentenció Torreblanca, que próximamente llevará la presentación de «Siete» a ciudades como Nueva York o Washington.