Llega con su consabido aroma a explosión floreada y la insolencia de sentirse casi verano este mes largo y que casi siempre me desconcierta. Y eso que soy de los nacidos bajo su sombra. En la época de estudiante, más en la Facultad que en otros tiempos, en este mes se paladeaba ya la inminencia de los exámenes y se tocaba la sensación de ciclo que se extinguía. Imagino que algo así empezarán muy pronto a sentir los políticos. El tiempo del mandato inicia su recta final, su cuarto tiempo, y más o menos el pescado está todo vendido. Pocas cosas fuera de las que ya están sobre la mesa podrán incorporarse a la bandeja de logros o fallos, así que cada cual ya puede ir haciéndose una idea de por dónde irán los tiros. Prácticamente se agotan los cartuchos y se acaba el tiempo para sacar conejos de la chistera. Más bien todo dependerá de cómo se envuelve el regalo. Al final las flores acaban luciendo el mensaje. Y este es un mes de lo más floreado, aunque en el fondo encierre tanto poso de melancolía.