Podes, Illán GARCÍA

La era de la comunicación pasa desapercibida por la parroquia de Podes, al menos, desde algo más de un mes. Los vecinos de la zona tienen serias dificultades para comunicarse por vía telefónica. «Se arregla un día y al día siguiente vuelve a estar estropeado», recalcó Ana Llamas, una de las afectadas. Los teléfonos fijos apenas funcionan y los móviles, a duras penas. «Cuando llamamos a Telefónica para intentar arreglarlo, hablamos con máquinas, sale una musiquina y ya está, el problema persiste», apuntó Visitación Heres.

En la parroquia de Podes, la mayoría de los vecinos son de avanzada edad. Esta situación les obliga, según los residentes, a estar más necesitados del servicio de teléfono por si tienen alguna urgencia médica. Este es el caso de la mujer de Manuel García, que no puede utilizar un pequeño aparato para comunicarse directamente con los servicios sanitarios ya que la señal telefónica «falla continuamente». «Y es que la ausencia de teléfono no sólo nos afecta a las casas sino a los comercios, a la casa rural y al bar de Molín del Puerto», indicó Maximino Martínez, que explicó además que tras una conversación con la propietaria de la casa Rural Mirapeñas, ésta le comentó que no pudo cobrar a más de un cliente por tener inutilizado el datáfono para tarjetas de crédito.

En el caso del establecimiento hostelero de Puertu Llamperu, en este último mes se han perdido numerosas reservas en el restaurante por la ausencia de servicio telefónico, aseguró Juan Manuel Sánchez, familiar de los propietarios del local. En Puertu Llamperu, tampoco hay cobertura para el uso de telefonía móvil.

Los vecinos han llamado, cuando han podido, al número de atención al cliente de Telefónica y no ven solución alguna. Han denunciado la situación en la oficina del consumidor y esperan que, después de un mes y medio, se les dé una respuesta. «Nos comunicamos a voces, de casa en casa, porque no estamos en isla de La Gomera sino utilizaríamos el silbo», bromeó Llamas.

«Estamos incomunicados, soy mayor y si me pongo mala, qué hago», se preguntó Marcelina Valdés mientras conversaba a la puerta de su casa con su marido, Gonzalo Alonso y Rufino García, un amigo de la familia. Los vecinos critican que no pueden aguantar más sin utilizar el teléfono «como ocurrió toda la vida» y piden una solución urgente.

Cuando Alexander Graham Bell inventó el teléfono allá por el siglo XIX buscaba que los vecinos se comunicaran entre sí. Por circunstancias ajenas a ellos -unos dicen hay humedades que la caja de transmisión telefónica- esa comunicación es intermitente, día sí, día no. Y lo que los vecinos quieren es hablar sin reparos.