Teresa CEMBRANOS

La nube de cenizas procedente del volcán islandés Eyjafjalla que mantiene en jaque el espacio aéreo de toda Europa no está dando más que satisfacciones a los pescadores de merluza. Y es que con el cierre parcial de los aeropuertos no llega a España la merluza de otros países, sobre todo de Sudáfrica, a la que los armadores achacan que en las rulas asturianas se venda a un bajo precio la especie autóctona. Así, durante los días en los que no aterrizan las cajas de pescado de importación, la merluza del Cantábrico cotiza al alza ya que no hay otra competencia, según explicó ayer Fernando Iglesias «Viriato», presidente de la asociación de palangreros del Cantábrico (Arpacan).

«El precio de venta se puede llegar a duplicar, pasando de los tres euros hasta los más de seis euros el kilo ya que no hay importaciones y los comercializadores tienen que seguir comprando. Hay pescadores que estos días están haciendo mucho negocio», comentó Iglesias. La necesidad de abastecer el mercado ha hecho, según el presidente de los armadores de palangre, que incluso se estén vendiendo a buen precio las merluzas más pequeñas que, en otras ocasiones, apenas se demandan e incluso «se llegan a tirar». «A nosotros nos está beneficiando esta situación», apuntó Iglesias.

No obstante, no todos culpan sólo a las importaciones de pescado del bajo precio de las especies en las rulas. El gerente de la sociedad «Nueva Rula de Avilés», Ramón Álvarez, aseguró que en la cotización de las especies también ha hecho un especial daño la caída de la demanda por parte de los consumidores como consecuencia de la crisis económica, lo que ha propiciado que los comercializadores tampoco se puedan arriesgar a adquirir grandes cantidades de pescado y más a un precio elevado. «El consumo es el que marca el precio, aunque también es cierto que las importaciones hacen daño. No obstante, hay veces que no se vende ni un kilo de merluza de fuera del país y la de aquí tampoco alcanza un buen precio. Eso se debe a que el mercado está parado. A veces, los comercializadores compran más de lo que necesitan para no perjudicar a los profesionales», sentenció el gerente de la lonja avilesina. No obstante, en lo que Iglesias y Álvarez coinciden plenamente es que tiene que haber un mayor control en las importaciones de pescado con el fin de que se abasteciese aquella parte del mercado que no alcanza con los recursos propios.

«A nosotros no nos pueden pedir que vendamos menos cantidad de merluza alegando que vamos a venderla a más precio porque es mentira. Si sólo pescamos 5.000 kilos en cada marea, por poner un ejemplo, lo que hacen es traer más pescado de fuera, por lo que los precios en la rula vuelven a caer», criticó Fernando Iglesias «Viriato».

Por ese motivo, la escasez de importaciones es una de las pocas alegrías que les está dando a los armadores su profesión. Así, por ejemplo, el secretario general de Pesca, Juan Carlos Martín Fragueiro, dio un toque de atención a los pescadores gallegos y asturianos en relación al actual ritmo de explotación de los caladeros litorales de merluza después de comprobar que la flota agotó en los primeros cuatro meses del año el 53 por ciento del total admisible de capturas (TAC) asignado para todo el año.