Siempre me consideré un defensor de la Unión Europea. Aunque les reconozco que nunca tuve claro que llegara a ver una verdadera Europa Unida como si de un solo país se tratara. Si en 1988 estaba de acuerdo con el profesor Huntington cuando decía: «Si la Comunidad Europea se convirtiera en una unidad política cohesionada, tiene población, recursos, riqueza económica, tecnología y poder militar para ser la gran potencia del siglo XXI». Hoy, veintidós años después, me parece que es una quimera imposible de conseguir. Si desde el punto de vista de las relaciones internacionales o la defensa pienso que es factible, en lo que respecta a la gobernabilidad interna, y sobre todo desde la perspectiva económica, cada vez lo veo más complicado.

Es normal que en estos momentos tan difíciles nos preguntemos cual será el futuro de Europa. Una Unión que nada tiene que ver con la que iniciaron seis países en el Tratado de Roma de 1957, que se fue ampliando sucesivamente hasta los 27 actuales, y donde ya estamos estudiando las nuevas incorporaciones con países como Turquía.

¿Creen ustedes que Estados tan diferentes en lo cultural, en lo económico y hasta en la manera de pensar y de vivir de sus ciudadanos pueden hacer que algún día se le pueda considerar a Europa como una nación? Les confieso mi escepticismo.

Y es que durante «la momentánea solución» de la crisis griega comprobamos las dificultades que tenemos para ponernos de acuerdo. Hemos escuchado furibundas críticas contra Ángela Merkel, cuando la realidad estaba en que quienes no tenían claro el rescate griego eran la mayoría de lo alemanes. Estaban hartos de ser los paganos de las mentiras y el despilfarro de los demás mientras ellos se apretaban el cinturón. Y que quieren que les diga, no les faltaba razón. ¿Dejaríamos nosotros 10.000 euros a una persona que dilapidó su patrimonio en juergas mientras nos mentía, con la sola promesa de que cuando los recibiera se portaría mejor y nos los devolvería? Esa es la verdadera preocupación, la devolución y el cambio, pero no sólo de los alemanes sino de todos los europeos.

Da verdadera lástima que en medio del «acontecimiento planetario del siglo», nos demos cuenta que Europa es cada vez menos común. Y que, en gran parte, no es culpa de los europeos sino de algunos irresponsables políticos. Problemas con Grecia, con Portugal, con España, el futuro Primer Ministro Británico anunciando que no entrará en el euro, en fin, un lío monumental del que cada día entendemos menos. Cada día se habla más de Europa, pero los europeos sabemos menos y nos importa menos. Porque ¿saben ustedes que si preguntáramos quienes son los Presidentes de La Unión Europea, del Consejo de Europa o de La Comisión Europea, y a que se dedican cada uno de ellos, ni el 1% de los europeos lo sabrían? ¿Piensan ustedes que desde este desconcierto, donde el Presidente de turno de todos los europeos, Sr. Rodríguez Zapatero, no pinta nada, podremos llegar a ser la primera potencia del siglo XXI?

Si les soy sincero, me suena a fantasía europea. Y si encima el Juez Garzón se va ahora a Europa, el tintineo será de filfa interplanetaria.