Las Vegas (Corvera),

Myriam MANCISIDOR

Gema García tiene 15 años, es discapacitada intelectual e hija de una funcionaria, Ana María López Lalín, que trabaja con jornada reducida en el Hospital San Agustín para poder atender a la adolescente. Ambas representan la cara más amarga de los recortes sociales anunciados por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con el objeto de acelerar la bajada del déficit. A Ana María López, el «tijeretazo» le ha cortado el sueldo, y a Gema García, su sueño de formarse como auxiliar de informática. «Pero voy a luchar», sentencia López Lalín, una mujer que tiene previsto llegar hasta donde haga falta con tal de que su hija pueda seguir estudiando. Para esta madre, la bajada de su sueldo es ahora lo que menos le importa. La joven con necesidades educativas especiales cursa actualmente cuarto de la ESO en el Colegio Santo Ángel. Pero en junio se despedirá del centro donde ha permanecido desde niña.

«En los últimos meses buscamos distintas opciones de formación para Gema y encontramos los programas de cualificación profesional inicial en Asturias (PCPI)», explica López Lalín, haciendo alusión concretamente a unos talleres específicos para discapacitados intelectuales dirigidos a jóvenes de 16 a 21 años. Estos talleres se imparten tanto en centros educativos como en asociaciones sin ánimo de lucro. «Dimos con un taller que nos gustó para Gema de auxiliar de informática que impartía la Asociación de Parapléjicos y Grandes Discapacitados del Principado (Aspaym) y se tramitó la solicitud de plaza a través del Santo Ángel», subraya. Gema García debería empezar a clase en septiembre, pero sus planes se han visto truncados en un abrir y cerrar de ojos. Dicho curso ya no se oferta. El «tijeretazo».

«Ni éste ni otros tantos talleres específicos que había para muchos chavales que viven la misma situación que mi hija», recalca esta corverana de Las Vegas que en distintas ocasiones intentó ponerse en contacto con la Consejería de Educación, que dirige José Luis Iglesias Riopedre, para obtener por respuesta que «por falta de dinero se ha reducido la oferta». Ahora, Ana María López Lalín tiene previsto reunirse con los representantes regionales del PP e iniciar una serie de encuentros con políticos en busca de una solución para su hija. De todos los talleres específicos que se ofertaban, ahora sólo quedan tres: uno de operario de tapicería, otro de auxiliar de comercio y uno más de operario de viveros.

«Luego hay otros talleres, pero ya no son específicos, son aulas profesionales con sólo dos plazas reservadas para discapacitados casi siempre ocupadas por repetidores», critica López Lalín, que ya se ha cansado de llorar. «En el Principado me dicen que se han retirado algunas subvenciones, pero el 4 de mayo de 2010 se publicaba en el BOPA una partida de 5,4 millones de euros para cooperación al desarrollo», dice esta mujer, y añade: «No estoy en contra de esas ayudas, pero creo que antes se debe mimar a los de casa. La ayuda que se precisaba para seguir adelante con estos talleres era de 500.000 euros, una cantidad ridícula si la comparamos con la partida para otros países».

Ana María López analiza ahora las palabras que llegan de cada político. «Tenemos un Ministerio que en aras de la igualdad llama a los niños criaturas. Pues yo me pregunto: ¿qué hago con mi criatura?», sentencia esta mujer. Y añade: «¿Qué opciones tengo? ¿La inscribo en un curso de tapicería por capricho de Riopedre? ¿Es verdad eso que dicen de que en Asturias hay ordenadores para todos?». López Lalín busca respuestas. «Soy funcionaria y me van a reducir mi sueldo una media del 8 por ciento por los recortes de Zapatero, a lo que debo sumar que tengo la jornada partida para atender a mi hija; pero eso no me importa, prima la atención de Gema y lucharé por su formación», concluye esta madre. Su hija, entre tanto, escucha en silencio. Ella es consciente de sus limitaciones, pero quiere seguir adelante y, sobre todo, estudiar.