Félix VALLINA

Decía el cineasta Federico Fellini que un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con el cine, nace y renace en cada saboreador. Si eso es cierto, los miembros de la cofradía del Vino de Avilés se han bebido toda una filmografía. Lo que sí está claro es que a lo largo de sus 25 años de historia, la sociedad ha demostrado que su amor por los caldos se merece al menos un «Óscar» honorífico.

La cofradía del Vino surgió gracias a una iniciativa de su primer presidente, el ya fallecido Policarpo Álvarez, que inició su andadura en el año 1986 con el apoyo de una comisión gestora formada por Alfredo González, José Muñiz Florentino Suárez, José María León, José Ramón González, Raúl Menéndez y el también fallecido Aurelio Fernández. No eran más que una pandilla de amigos con una pasión común: el vino.

El día 3 de febrero de ese año la gestora realizó una subasta de caldos donados por los propios miembros, familiares y amigos, una iniciativa que se convirtió en la primera de una larga trayectoria y que supuso una recaudación de 200.000 de las antiguas pesetas para fines sociales en Avilés. Policarpo Álvarez ejerció como cofrade mayor durante tres años, después le sucedió José María León Pérez, que estuvo cuatro, desde 1989 hasta 1993. A partir de ahí y hasta la actualidad, el cargo lo asumió Miguel María Esparta. «Ahora somos un total de 108 miembros y tenemos establecido un número máximo de 125, porque de no ser así tendríamos muchos problemas para organizar los viajes», señaló Esparta.

La cofradía avilesina tiene como finalidades el estudio, la divulgación y el conocimiento del vino en todos sus sentidos, aunque «la mayor de nuestras motivaciones es pasárnoslo bien entre amigos», aseguró su cofrade mayor. Entre sus actividades están las tertulias, las catas y las visitas a distintas denominaciones de origen. «Tenemos nuestra propia vinoteca enológica y viticultura y además hemos realizado visitas a más de 20 denominaciones de origen españolas y a las bodegas de más prestigio», explicó Esparta. Pero también han traspasado las barreras nacionales. En Portugal han visitado Mateu Rosé, Ofley y José María Azeitar; en Francia Möet & Chandon, Epernay y Veuve Clicquot; en Alemania Castillo de Johannisberg y Castillo Vollrads y en Italia Marchesi di Barolo. «Además, nos dedicamos al enoturismo y a las artes visitando las principales ciudades monumentales españolas y europeas, como Barcelona, Santiago, Salamanca, Granada, Venecia, Francfort, Berlín o Heidelberg», afirmó el cofrade mayor.

La sociedad, cuya sede está situada en la plaza de La Guitarra, celebra su capítulo oficial en el mes de abril con una comida de confraternización regada con buenos vinos y cavas. «Antes íbamos al hotel Luzana, pero ahora nos reunimos en el San Fernando», matizó Esparta. Ese mismo día tiene lugar una asamblea ordinaria y otra extraordinaria, en la que se certifica el ingreso y se lleva a cabo la recepción de los nuevos cofrades. Para ingresar en la sociedad es necesario el aval de tres cofrades de pleno derecho y superar una cata ciega. «Les ponemos una cinta negra en los ojos y les hacemos distinguir el vino de tres copas, es muy fácil pero a su vez divertido», explicó Miguel María Esparta.

Además, los postulantes deben jurar la fórmula de compromiso de la cofradía, que se basa en los siguientes puntos: demostrar confraternidad, buen humor y amistad entre todos los cofrades; participar en las actividades; aceptar las normas; cumplir y hacer cumplir los estatutos; servir los vinos en copas grandes y llenarlos tantas veces como la ocasión lo merezca y el cuerpo aguante; No agitar jamás una botella de vino, ni siquiera para abrirla y beber agua tan solo en ocasiones de necesidad, catástrofe, terremoto o prescripción facultativa. Las normas son literales.

Después de asumir los compromisos el cofrade mayor dice en alto la siguiente frase: «Si así lo hacéis, que vuestro hígado lo permita y el Dios Baco os lo agradezca llenándoos de alegría y felicidad, y si así no fuere que os lo demande». A continuación, con un toque con la cepa en cada hombro, se les impone el medallón de bronce de la cofradía con cinta azul, ya que los cofrades fundadores lo sostienen con un cordón de color oro viejo. Otro símbolo distintivo de la sociedad es su capa típica española de paño negro con ribetes rojos.

Además del capitulo oficial, los miembros de la cofradía del Vino se juntan para comer en varias ocasiones a lo largo del año, como en Navidad o durante la primera quincena de octubre, «cuando celebramos la misa por los cofrades fallecidos y sus familiares», subrayó Esparta.