Myriam MANCISIDOR

Llueve a cántaros y la humedad cala los huesos. Son las once de la noche de un viernes. Los hosteleros comienzan a recoger las cenas y peregrinan una y otra vez hasta los contenedores más próximos, de color verde mate. Los cubos rebosan basura. En Divina Pastora, entre tanto, veintisiete personas se preparan para una noche larga. Forman la cuadrilla contra las bacterias de Avilés. Son empleados de la empresa Urbaser, concesionaria desde 2001 del servicio de limpieza viaria y recogida de basura en el concejo. El próximo año finaliza su contrato con el Ayuntamiento, pero el Pleno aprobó el pasado jueves una prórroga hasta 2021.

El grupo trabaja a las órdenes del capataz Álvaro Rodríguez, uno de los tres responsables del servicio de limpieza de Avilés. Su primera misión pasa por controlar la flota: cada noche recorren las calles de Avilés tres camiones de carga lateral, dos de carga trasera, una cuba, una barredora, un lava-aceras y un camión con caja que recoge bolsas de basura desperdigadas por la ciudad. El parque móvil suma veinte trabajadores a los que hay que añadir siete más que se encargan de baldear el asfalto. El servicio de Urbaser cuenta, en total, con 125 trabajadores. En horario diurno son muchos los que también se afanan en dejar Avilés más limpio que una patena. Tras comprobar que todo está en orden, Rodríguez da el pistoletazo de salida a su muchachos. Sigue lloviendo y los limpiadores se calzan botas de agua.

Los operarios recogen una media de ochenta toneladas de basura por día (29.200 al año), treinta toneladas más sólo de cajas y quince de enseres cada cinco días de trabajo. Los trabajadores tienen sus rutas marcadas y de ahí no se salen a no ser que se produzcan imprevistos como, por ejemplo, la avería de un camión. «Que cada vez suele ser más frecuente por eso tenemos en mente renovar próximamente la flota», explica el capataz de noche de Urbaser. Los empleados dedican alrededor de siete horas por turno a la limpieza, aunque el tiempo depende de la fecha del año. «No es lo mismo trabajar en Navidad que en las fiestas de carnaval o un día entre semana», explica Álvaro Rodríguez. Los operarios portan emisoras para comunicarse en caso de emergencia.

Miguel Ángel Gayol Beiral es uno de los conductores de un camión de carga trasera, de esos que llevan «colgados» de la parte de atrás a dos peones que se encargan de vaciar en el remolque la basura. Gayol entró a la empresa Urbaser hace seis años, pero es un veterano al volante. Primero trabajó con camiones de obra y luego condujo autobuses. «Todos tenemos experiencia aunque en la ciudad es complicado conducir: calles estrechas, jardineras, balcones...», manifiesta este hombre que primero recorre el centro de Avilés y luego, el extrarradio. Entre tanto viaja dos veces a Cogersa, en Serín (Gijón), para depositar los residuos. Y en total, este conductor retira alrededor de trescientos contenedores de los denominados «de quita y pon» existentes en las calles peatonales del casco histórico y otros tantos recipientes fijos. Su ruta comienza en la calle de El Muelle y siempre en turno de noche. «Lo peor de esto es que no se puede disfrutar de la familia», precisa.