Myriam MANCISIDOR

Alrededor de 2.000 pacientes del área sanitaria avilesina dependen cada día de fármacos anticoagulantes como el Sintrom para que su sangre fluya. Otros muchos precisan tratamientos inyectables generalmente a base de heparina con el mismo fin. Por eso cualquier avance en este campo es relevante, según el médico Ángel González Ordóñez, del servicio de Hematología del San Agustín. Y el futuro, precisó, es esperanzador para este grupo de enfermos. Ordóñez ofreció ayer una conferencia en el salón de actos del Hospital bautizada «¿Hacia una nueva era en anticoagulación?», en la que desveló que a partir del próximo año «de forma progresiva y parcial» se reemplazarán en el San Agustín los anticoagulantes clásicos por otros más novedosos pero más caros que evitarán que los pacientes tengan, por ejemplo, que depender de una jeringuilla. La medida beneficiará, por el momento, a un grupo de pacientes.

«Ya se han aprobado indicaciones en trombosis venosa para personas que se operan de rodilla o cadera y a partir del próximo año esperamos tener la indicación para tratar la fibrilación, una arritmia por la cual la mayoría de los pacientes consumen Sintrom», explicó.

Con el Sintrom, añadió el especialista, se evita que los pacientes sufran una embolia cerebral o sistémica. «No vamos a cambiar el Sintrom de forma brusca ni a todos los pacientes sino que los nuevos anticoagulantes irá entrando en competición con los clásicos», dijo Ordóñez, y añadió: «El avance en anticoagulantes es una noticia buenísima y de impacto para el área sanitaria avilesina. Lo que ocurre es que el cambio no va a ser de hoy para mañana, pasarán unos años, pero se hará». Según Ordóñez, el próximo año ya se cambiarán los fármacos de los primeros pacientes y alrededor de 2013 se producirán nuevos avances. «Pero, repito, no será a todos los pacientes. Los enfermos que tienen, por ejemplo, prótesis de corazón deberán seguir con los anticoagulantes tradicionales».

El número de pacientes en el área que dependen de anticoagulantes guarda relación, según el especialista del San Agustín, con el envejecimiento de la población y el intervencionismo de la medicina. «Actualmente, con ochenta años la gente se opera de cadera, algo impensable hace años», subrayó este especialista que destacó que el coste de los nuevos fármacos «es bastante superior aunque se evitarían los gastos indirectos como la monitorización del Sintrom».