S. F.

Maximiano Valdés, titular de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) desde 1994, ya está preparando las maletas y llenando las cajas de su memoria para hacer la mudanza. «Han pasado dieciséis años, me voy, pero no es un adiós definitivo», explicó ayer en conversación telefónica. Le esperan Puerto Rico, México, Chile y los Estados Unidos. «Sólo es que necesitaba más tiempo para mis propios proyectos», añadió. Valdés dirige esta tarde (20.15 horas) a la OSPA por una última vez en Avilés, en el auditorio de la Casa de Cultura; mañana viernes repetirá programa, aunque esta vez en el auditorio Príncipe Felipe, de Oviedo. Los músicos de Valdés interpretarán el «Concierto para piano nº 1 en si bemol menor, op. 23», de Tchaikovski y la «Sinfonía nº 10 en mi menor, op. 93» de Shostakovich.

La próxima semana será la del adiós transitorio. Valdés se despedirá de la OSPA con el mismo programa que le recibió: la «Sinfonía número 5» de Beethoven y la quinta también, pero de Tchaikovski. «Son dos piezas que en su momento las elegí porque eran muy populares y, pasado todo este tiempo, lo continúan siendo», apuntó el maestro, cuya batuta busca dueño entre catorce directores de todo el mundo. «No quiero entrar en el proceso de selección», aseguró. Sin embargo, para Valdés, el músico que resulte finalmente elegido «debería tener casa en Asturias, para que se pueda implicar en la vida de la región, para que mantenga relaciones con los tres conservatorios más importantes, para que se identifique con esta tierra», aconsejó.

«Me voy contento, pero volveré este mismo otoño... y también en febrero, a dirigir una ópera», anunció el maestro chileno que accedió a la función pública cuando Antonio Trevín era presidente del Principado y se mantuvo al frente de la formación sinfónica con los dos presidentes siguientes.

Valdés, cuando hace balance del tiempo transcurrido desde su llegada al Principado se muestra transparante: «Ahora estoy mucho mejor que hace dieciséis años, he alcanzado una madurez musical... entonces estaba todo por hacer... casi todos los músicos que conforman la OSPA han llegado conmigo en la dirección». En 1994 dirigió por primera vez a la OSPA en la colegiata de Gijón «porque por entonces el Jovellanos estaba siendo restaurado», apostilla.

La Orquesta Sinfónica del Principado ha alcanzado, a juicio de su director, «un importante nivel, tanto aquí, en España, como en el resto del mundo». Para Valdés, la OSPA ha logrado «un nombre muy respetado y debería mejorarlo de aquí en adelante», añadió.

El penúltimo programa del director chileno fue elegido, según confesó el propio Valdés, «por los músicos de viento de la orquesta». Según el maestro, «la décima de Shostakovich es un verdadero "tour de force" para la familia de viento y fueron ellos los que querían superar la prueba», señaló el director de la orquesta.

El concierto de esta tarde se anuncia, pues, entre meláncolico y memorioso. «La colaboración de Antonio Ripoll (director del teatro Palacio Valdés) ha sido incuestionable para el desarrollo de nuestra labor, es una persona excepcional en el mundo cultural», comentó Valdés, que después de todos los años transcurridos sigue convencido de la necesidad de una orquesta pública: «Es un índice de calidad ineludible para la región», dictaminó.