Félix VALLINA

El mejor enclave para la observación de cetáceos del litoral asturiano y uno de los más destacados de todo el Cantábrico comienza a escasas siete millas de la costa avilesina. Las conclusiones del último estudio realizado en Asturias sobre la situación de esta orden de mamíferos -llevado a cabo por los biólogos Arturo Ruano, Paloma Silva y Sergio Solano- ponen de manifiesto que el cañón submarino de Avilés constituye uno de las zonas marinas más propicias para el desarrollo de especies como la marsopa, el calderón, el rorcual común, el cachalote, tres clases de delfines o el zifio de Cuvier. «Se trata de una zona con una enorme diversidad de medios y con un afloramiento importante de nutrientes, por lo que se pueden encontrar especies que actualmente son de especial protección, como el delfín mular o la marsopa. En esa zona también hay especies de ballenas que pueden superar los 20 metros de longitud», explica Paloma Silva.

El estudio de los tres biólogos, que se desarrolló entre 2004 y 2008 con la colaboración de varios voluntarios, es el más completo de los realizados hasta ahora en el Cantábrico asturiano. El Principado les encargó asistencia técnica para determinar posibles zonas de protección y ellos peinaron la costa a bordo del velero «Rillón». «Hasta entonces sólo se habían hecho algunas salidas esporádicas por parte de la Universidad así como una recogida sistemática de datos sobre animales varados, pero nosotros dividimos el mar en cuadrículas y muestreamos al menos una vez cada una de ellas hasta las doce millas», señaló Silva, que además de ejercer como bióloga, ahora regenta un coqueto hotel rural en Belerda, muy cerca de Soto de Caso. El trabajo fue duro: «Realizamos transectos lineales a una velocidad de cinco nudos por hora y nos pasábamos todo el día mirando al mar para registrar en el ordenador todos los animales que avistábamos», aseguró Paloma Silva. No obstante, para la bióloga no ha sido suficiente. «Para tener datos fiables sobre migraciones, hábitos o reproducción son necesarios estudios continuos, pero la crisis acabó con las subvenciones y no pudimos seguir. Es una pena que no se apueste por conocer nuestras costas, que son de las más ricas de España, sobre todo en cuanto a cetáceos».

Los tres biólogos se centraron especialmente en la zona de El Cachucho, en el cañón de Lastres y en el de Avilés, aunque reconocen que en este último fue donde más cetáceos registraron. La abundante presencia de estos mamíferos pone de manifiesto la calidad del ecosistema marino de la zona. «Son especies bioindicadoras, la presencia de cetáceos en una zona marina, como la de nutrias en los ríos, demuestra que es muy rica en todos los sentidos».

Paloma Silva asegura que el cañón de Avilés sería perfecto para organizar visitas en barco con el objetivo de contemplar los cetáceos si no fuese por las malas condiciones del Cantábrico en muchos meses del año. «Es relativamente fácil encontrar delfines o calderones y podrían hacerse visitas, pero es muy difícil por la meterorología», señaló. Lo que no le pasa ni por la cabeza son otras actividades que supongan interactuar con los cetáceos en su propio medio. «No se puede nadar con los delfines, como está pasando en Canarias o en el Estrecho porque nunca es bueno para los animales que se les moleste», aclara.

Los cetáceos conviven en el gigantesco cañón submarino, uno de los más profundos del mundo según los expertos, con una enorme biodiversidad de especies, con criaturas abisales como los espectaculares calamares gigantes y con un «supermercado» de nutrientes esenciales para los reproductores de importantes especies de interés comercial, como la merluza y el rape (pixín), objetivos de pesca en los caladeros situados en la plataforma circundante. Además de las interacciones de artes de pesca con tiburones y cetáceos también son frecuentes las capturas accidentales. Actualmente está sobre la mesa el debate sobre si el caladero debe ser o no cerrado para proteger el ecosistema marino. Paloma Silva tiene su propia opinión: «Que en el cañón de Avilés se va a establecer algún sistema de protección está más que claro, además se lo merece y lo necesita, pero hacen falta estudios para determinar el tipo de protección. El conocimiento es fundamental para una buena gestión», señaló.