Francisco L. JIMÉNEZ

Jesús de Cos, miembro del maquis que hostigó desde la cornisa cantábrica al gobierno franquista durante la década de los años cuarenta del pasado siglo, tomó ayer la palabra en Avilés para reivindicar en el nombre propio y en el de los compañeros que yacen bajo tierra la reparación del honor de aquellos hombres y mujeres que, con más dosis de utopía que medios, se rebelaron contra el dictador. Personas como el gozoniego Cristino García (1913-1946) , considerado un héroe antifascista en Francia e ignorado en su tierra natal hasta que el año pasado simpatizantes republicanos reivindicaron que se ponga su nombre a una calle en Luanco. Precisamente la figura de Cristino García es la que esta semana concita, en Avilés y Gijón, la atención de los simpatizantes republicanos asturianos en diversos actos públicos que tienen como objetivo dignificar el papel histórico que jugó la Resistencia antifranquista.

Jesús de Cos -gorra de color caqui cubriéndole la cabeza y camiseta roja serigrafiada con el busto del Che Guevara por atuendo- tiene hoy 86 años, pero no los aparenta. «Lo que peor llevo es andar... Consecuencias del tiro que me dieron en una pierna», explica a la vez que se arremanga el pantalón para enseñar la cicatriz del tiro que luce en la pantorilla. Su infancia y adolescencia es un compendio de episodios truculentos, pérdidas dolorosas de familiares, represión y hambre. Circunstancias que, finalmente, le llevaron a vivir dos años emboscasdo en las montañas. Ahí se convirtió en el comandante «Pablo», de la VI Brigada guerrillera cantabro-astur.

Luego, el exilio en Francia. Ahora De Cos está metido en otra «lucha», la de la restitución del buen nombre de los maquis. Por eso escribió un libro titulado «Ni bandidos ni vencidos. La gesta heroica de la guerrilla en Cantabria». Y por eso recorre España contando «su» verdad. Ayer recaló en Avilés, y tras la proyección de una película documental sobre las andanzas de los maquis cántabros lanzó su alegato: «El trato dado a los caídos por la República es denigrante e ignominioso. Y no sólo durante el régimen franquista; llegó la democracia y hubo que esperar veinte años, hasta el 16 de mayo de 2001, para que se rehabilitase la figura de los maquis», proclama el ex combatiente. La exhumación de los cuerpos enterrados en fosas comunes es una de las batallas «modernas» en las que se ha enrrolado Jesús de Cos, quien afirma que «a muchos compañeros les fusilaron dos veces, una a tiros y la otra negándoles su identidad a la hora de enterrarlos. Y ese daño hay que repararlo». De Cos, a diferencia de otros, no murió dos veces, ni siquiera una, sino que nació varias: «Me dieron palizas de muerte, un tiro en la pierna, tuve una operación en la garganta que casi me desangro... Yo siempre digo que cumplo años cada pocos días». La actividad de las jornadas se traslada hoy a Gijón (biblioteca Jovellanos) y vuelve mañana a Avilés, donde a las 19.00 horas, en el Valdecarzana, la profesora de la Universidad de Oviedo Carmen García, y el de la Universidad de Poitiers Enrique Lister, glosarán a Cristino García.