Félix VALLINA

El mismo verano en el que se realizó el primer trasplante de riñón y Uruguay le «birló» a Brasil el mundial de 1950 en su propia casa, un golpe futbolísticamente conocido como el «Maracanazo», comenzaba a gestarse la historia de un gigante siderúrgico que ahora atiende al nombre de Arcelor-Mittal y ya tiene edad para prejubilarse. El «niño» que nació como Ensidesa a la vera del régimen franquista se ha hecho un hombre en Asturias y acaba de cumplir los sesenta en plena crisis financiera y a la sombra de una reforma laboral que amenaza con acabar con el régimen de jubilación parcial mediante contrato de relevo en la empresa.

El 15 de junio de 1950 un decreto del Gobierno de Franco -publicado en el BOE el día 18 de ese mismo mes- encomendaba al Instituto Nacional de Industria (INI) la creación de un centro siderúrgico con capacidad para seiscientas mil toneladas de productos terminados. La primera nómina de la empresa estaba formada por 19 personas, pero en 1975 llegó a contar con una plantilla de 27.244 trabajadores. La historia de la Empresa Nacional Siderúrgica Sociedad Anónima (Ensidesa), está íntimamente ligada a Avilés y a Gijón y su creación culminó con la larga tradición siderometalúrgica asturiana del pasado siglo, que tiene su origen en las cuencas mineras. José Luis Alonso Bobes entró en los talleres generales de Avilés en el año 1968, a la edad de 18 años, y le quedan 4 dias para jubilarse. Además de su experiencia, guarda en su memoria las historias que le contaba su padre, trabajador de Ensidesa desde 1954. «Los inicios fueron muy duros, nosotros vivíamos en Lugones y mi padre venía a trabajar en unos camiones que transportaban a la plantilla o en bicicleta, salía a las cuatro de la mañana y regresaba a las siete de la tarde», explicó.

La instalación de Ensidesa comenzó a ser efectiva en Avilés en el otoño de 1951, cuando la draga de succión holandesa «Pax» empezó a trabajar sobre las marismas de la margen izquierda de la ría para dar acomodo a la fábrica. Eran los tiempos de las primeras mareas de emigrantes, de obras faraónicas y del crecimiento de una empresa que acabaría por dar un vuelco a la historia y al paisaje de la ciudad. «El Avilés de principios de los cincuenta -del siglo pasado- era un pueblo que se convirtió en una gran ciudad con la llegada de Ensidesa», aseguró Felipe Llanes, compañero de Alonso en talleres generales y trabajador de la empresa desde el año 1974.

Las obras progresaron con celeridad. En el año 1954 el nuevo puerto de Ensidesa ya acogía buques de más de 10.000 toneladas y las principales instalaciones comenzaron a entrar en funcionamiento. Primero fueron las baterías de coque, en 1956, y después el primer alto horno, bautizado como «Carmen» en honor a Carmen Polo, la mujer de Franco. En 1960 la empresa cerró el ejercício con una producción de 800.000 toneladas de acero líquido y Avilés se convirtió en el primer productor de acero de España.